Aurora Parrilla firma la adaptación teatral y Raquel Alarcón dirige el montaje de la primera novela de la ‘Trilogía de la Memoria’ de Josefina Aldecoa, las otras dos obras que forman esta serie son Mujeres de Negro y La Fuerza del Destino.
Esta primera parte, "Historia de una maestra" es un relato en el que la protagonista rememora con serena lucidez la historia de su vida. Entregada a una profesión que la lleva de pueblo en pueblo, en condiciones casi siempre miserables, Gabriela vive su historia personal sobre el telón de fondo de un período decisivo en la historia de España: desde los años veinte hasta el comienzo de la guerra civil. El advenimiento de la República, con sus promesas de grandes cambios y su exaltación del papel de los maestros en la transformación de la sociedad española; la lucha contra la ignorancia y el caciquismo; la revolución de Octubre vivida en un pueblo minero: la violencia y el brutal desgarramiento familiar; la nostalgia recurrente de la única aventura de su vida, su primera escuela en Guinea... Todo ello va conformando la vida de una mujer testigo y protagonista de unos hechos que explican en gran parte los sucesos que vinieron después.
El montaje que Raquel Alarcón junto a Laura Ortega, dirige para el Teatro Valle-Inclán está formado por un elenco de 11 intérpretes, aunque es el personaje de Gabriela (Julia Rubio) quien lleva el peso de la historia. Ella le narra a su hija Juana (Manuela Velasco) los recuerdos de su vida entre 1920 y 1936. Juana, al igual que Gabriela, permanece en escena toda la representación, más como una sombra que como un personaje real, ella es la que aviva la memoria de su madre porque le falta para completar la suya, apenas un bebé recién nacido al final de la historia. No será hasta la segunda parte de la trilogía, Mujeres de negro, cuando Juana desempeñe un papel principal en el relato.
Esther Isla, Thomas J. King, Andrés Picazo, María Ramos, Julia Rubio, Víctor Sainz, Ainhoa Santamaría, Fernando Soto, Alfonso Torregrosa y Pablo Vázquez forman el resto del reparto, en el que todos ellos dan vida a diversos personajes.
En realidad la obra es un guiño hacia la propia historia de Josefina Aldecoa, un homenaje a su madre y su abuela que siendo maestras ambas y seguidoras de la ideología de la Institución Libre de Enseñanza, fueron quienes le inspiraron para crear el personaje de Gabriela, una mujer con una fuerte vocación que pensaba que el mundo solo puede cambiar a través de la educación y a la que le apasionaba la docencia. En un pasaje de la obra ella dice: “Al entrar en la clase, dejaba atrás mi carga de angustia. El desaliento se transformaba en vigor, la debilidad en fortaleza.”
La interesante escenografía de Pablo Chaves, diáfana y abierta, nos ayuda a situarnos en lo más esencial de la obra: un aula cuyos elementos van moviéndose y disponiéndose en la creación de los distintos ambientes. Las proyecciones de Elvira Ruiz Zurita acompañan a la escenografía permitiendo que el público entre en esos espacios, mientras que la iluminación de David Picazo y el espacio sonoro de Kevin Dornan lo complementan con «una sensibilidad exquisita», en palabras de la directora.
El vestuario de Paola de Diego mantiene la idea de llevar a la esencia lo fundamental, recurriendo a una estética muy contemporánea que permite que los personajes puedan, según señala la directora, «representar a tantos personajes como encarnan sin entrar en un código realista, sino de jugar más con el rol del actor que se pone a servicio de la historia».
Historia de una maestra es una producción del Centro Dramático Nacional que podrá verse del 21 de noviembre al 11 de enero en la Sala Grande del Teatro Valle-Inclán y que sin duda será una de las presentaciones más importantes de la temporada, como lo demuestra la gran ovación que recibió por parte del público al finalizar el estreno de la misma.
Fotografías ©Geraldine Leloutre








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