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sábado, 23 de febrero de 2019

LAS OBRAS DE BALTHUS LLEGAN AL THYSSEN

 
Setsuko Klossowska

El Museo  Nacional  Thyssen-Bornemisza presenta en  sus salas  una  exposición retrospectiva del artista  francés  Balthasar  Klossowski de  Rola (1908-2001),  conocido como  Balthus,  organizada conjuntamente con  la Fondation Beyeler  en  Riehen/Basilea, donde ha  podido visitarse  hasta enero de 2019, y con el generoso apoyo  de la familia del pintor.
                                                                                          
Considerado uno de los grandes maestros del arte del siglo XX, Balthus es sin duda  también uno de  los pintores más  singulares de  su tiempo. Su obra,  diversa  y ambigua y tan  admirada como rechazada, siguió  un  camino  virtualmente contrario al desarrollo de  las vanguardias. El propio artista  señaló   explícitamente algunas de  sus  influencias  en  la  tradición histórico-artística, de Piero della Francesca  a Caravaggio,  Poussin, Géricault o Courbet.  En un análisis más detenido, se observan también referencias a  movimientos  más  modernos, como  la Nueva  Objetividad,  así como  de los recursos de las ilustraciones populares de libros infantiles  del siglo XIX, como  Alicia en  el  País de  las  Maravillas. En  su  desapego  de  la  modernidad,  que   podría   calificarse  de ‘posmoderno’,  Balthus  desarrolló un  estilo  figurativo   personal y único,  alejado   de  cualquier etiqueta. Su particular  lenguaje pictórico,  de formas  contundentes y contornos muy delimitados, combina  los   procedimientos  de   los   maestros  antiguos  con   determinados  aspectos  del surrealismo,  y  sus   imágenes  encarnan  una   gran   cantidad  de   contradicciones,  mezclando tranquilidad con  tensión extrema,  sueño y misterio  con  realidad,  o erotismo con  inocencia.  En sus escenas urbanas y en sus interiores,  pero  también en sus paisajes  y naturalezas muertas, el espacio pictórico  se  convierte en  escenográfico, invitando al espectador a formar  parte  de  él, mientras que  el tiempo parece detenerse.

La partida de cartas

La calle

La exposición,  primera  monográfica que  se presenta en España  en  más  de  veinte  años,  reúne  47 obras,  en  su mayoría  pinturas de  gran  formato,  que  cubren todas las etapas de  su  carrera  desde la década de  1920.  La selección, que se podrá visitar hasta el 26 de mayo, incluye     algunas    de     sus     obras     más importantes  como   La  calle  (1933),  que   se  verá   en España por primera  vez, La toilette de Cathy (1933), Los hermanos    Blanchard   (1937),   Los  buenos    tiempos (1944-1946),   Thérèse  y  Thérèse  soñando,   ambas de 1938  y magníficos ejemplos de  sus polémicos retratos de jóvenes  adolescentes, y La partida de naipes (1948-1950),  del   propio   Museo   Thyssen   y  la  única   obra maestra de Balthus en nuestro país; recientemente restaurada,  la  última   sala  del  recorrido  se  dedica   a presentar  el  resultado  de   su  estudio  técnico   y  deltrabajo realizado por  el equipo de  restauración del museo.  Por la importancia y por  el número de sus préstamos cabe  destacar al    MoMA y al Metropolitan   Museum   de    Nueva    York,   al   Centre Pompidou   de   París,  y   al   Hirshhorn    Museum   and Sculpture Garden  de   Washington,     entre  otras instituciones y colecciones privadas.

El aseo de Cathy

Balthus fue un pintor a contracorriente, no estaba interesado en las vanguardias y lo que éstas representaban, según sus propias palabras: “No tengo  ningunas ganas de figurar entre los representantes de las últimas novedades. Simplemente quiero cumplir mi destino como pintor (…)”
                                               
“Todos  los grandes pintores nos  enseñan a ver.  Balthus  nos  lleva  a  un  mundo que  es solo suyo. No era surrealista ni realista, ni perteneció a ningún  otro  ismo. Sus cuadros son  radicalmente originales,  invenciones únicas  e independientes, algo  deudoras del pasado  pero    solo   en   el   sentido  de   la maestría técnica, para algunos un poco escandalosas en  sus  temas pero  solo  como una  manera de  llamar  la atención (como  él mismo   afirmó   en   una   carta),   y  al  cabo tributarias totalmente de su audaz  aparición en nuestro presente”. (Wim Wenders)
 

Los hermanos Blanchard 

En la presentación a la prensa estuvo presente la viuda del pintor Setsuko Klossowska, quien ante la pregunta de uno de los reporteros acerca del escándalo que se produjo hace aproximadamente un año en Nueva York cuando un grupo de doce mil personas firmaron una petición para que  fuera retirada una de las obras del autor,  contestó: “¿Hablamos de arte o hablamos de otra cosa?”. “Si hablamos de cosas ajenas al arte me parece muy bien que haya gente con valores distintos, aunque a mí particularmente no me importa en absoluto lo que digan.  Es muy triste que se cree una polémica por esta clase de observaciones que desvían la atención de lo más importante que es  la creación artística”.  La obra cuestionada es “Thérèse soñando”. En ella podemos observar a una preadolescente sentada en actitud de reposo que muestra ligeramente su ropa interior. La imagen podría compararse con algunas de las fotografías de Lewis Carroll que también fueron objeto de crítica.


 Therese soñando

En realidad el autor muestra en sus cuadros el  sueño de  una  inocencia  mítica  e  inalcanzable a través de una  ambigua visión del paso  de la niñez a la edad a adulta,  sobre  todo con respecto a la sexualidad y a la creciente conciencia del propio  cuerpo.  Las   figuras    adormiladas,    ensimismadas, que    esperan   ociosas    y   aparentemente aburridas reclinadas en  butacas o  sofás  y sujetando a veces un espejo o con un libro entre   sus   manos,   remiten  al cuento de  Carroll, en  el  que  el  punto de partida de  la  narración  es  el  tedio   de  la joven    protagonista. .  En sus   memorias,   el   artista    escribió:   “(…) inmovilizarlas  en el acto  de  leer o soñar  es prolongar  el   privilegio   de   un   tiempo entrevisto. El libro, entonces, es una  llave que  permite abrir el cofre  misterioso con perfumes de  la infancia.  (…)  Tiempo  espolvoreado de  oro,  que  no  ha  sufrido  la alteración del mundo, tiempo circundado de  un lado  mágico,  tiempo inmovilizado  en lo que  ven, sonriendo, las soñadoras. Tiempo surreal propiamente dicho y no surrealista.”

La habitación Turca