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sábado, 30 de abril de 2022

¿A DÓNDE FUE MI NIÑEZ?

 


Leo con pesar en los periódicos que ha fallecido Juan Diego, uno de los actores más reconocidos a nivel nacional que cuenta con una amplia trayectoria profesional tanto en televisión como en teatro y cine. Así lo describe la Academia de Artes Escénicas en su página, de la que me he permitido tomar prestada la fotografía que encabeza este artículo y que figura sin el nombre del autor de la misma a pie de página, por lo que pido disculpas a quien corresponda. 


Yo lo recuerdo muy joven, cuando él comenzaba a dar sus primeros pasos como actor en la televisión, la española por supuesto, no había otra, y yo era apenas una niña. Debo aclarar que mis genes están impregnados con el olor y el sabor de las tablas, tanto del teatro como de la televisión, del cine menos. Mi abuelo fue durante muchos años jefe de tramoya del teatro Eslava, mi madre era actriz y mi padre ocupo distintos puestos a lo largo de su vida, desde sus inicios como tramoyista en el  teatro Infanta Isabel, con la compañía de Isabel Garcés y Arturo Serrano, hasta sus últimos días como ayudante de realización en plató en Televisión Española. 


Juan Diego era, al igual que Luis Varela o Jaime Blanch, joven, divertido, bastante ruidoso y además tenía un gran atractivo por lo que cuando entraba en una habitación todas las miradas convergían en él. Siendo mi padre y él de Despeñaperros para abajo enseguida congeniaron por lo que tuve oportunidad de disfrutar de su compañía con cierta asiduidad. Por aquel entonces los actores, al igual que los literatos, directores de teatro y demás gentes de mal vivir solían reunirse en el Café Gijón para las tertulias a la hora del café o en Oliver para la parranda nocturna. Yo acompañaba a mis padres a menudo al Gijón y cuando fui creciendo y me convertí en una adolescente temprana también acudía de vez en cuando a Oliver y a Carrusel, una discoteca situada en la calle Valverde muy de moda por aquel entonces y en la que podían vislumbrarse algunos de los actores y actrices más veteranos, (Adolfo Marsillach, Mayrata O'Wisiedo, Álvaro de Luna, o Agustín González) junto a otros que ya entonces empezaban a destacar (Maribel Martín, Pedro Mary Sánchez, Quique San Francisco, Julián Mateos y muchos otros). 


Hoy, cuando miro hacia atrás, no puedo por menos que entristecerme al saber que la mayoría de toda esa gente que conocí en aquellos años ya no existe, incluidos mis padres, y es entonces cuando me vienen a la cabeza las palabras de una canción de mi idolatrado Serrat: “¿A dónde, dónde, fue mi niñez?”


lunes, 25 de abril de 2022

MORIA UN TEXTO BASADO EN HECHOS REALES

 


Nos descalzamos antes de entrar en una gran tienda, una especie de jaima sobre cuyas paredes se proyectan imágenes y testimonios grabados por Nicolás Castellano y Valentín Rodríguez en Moira, un campamento de refugiados situado en la isla de Lesbos, en la vecina Grecia. 

Nos recibe una mujer sentada en el suelo ante una pequeña cocina portátil en la que está preparando algún plato árabe que sin ser real nos tramite aromas a especias y a nostalgia. Otra mujer se une a ella en el interior de este mundo que es una pequeña parte del lugar que ocupan desde hace ya algún tiempo y es que el estatus de refugiado, como dice Nicolás Castellano, se sabe cuando se adquiere pero no cuando dejará uno de serlo. Lo que estamos viendo podría ser una escena cualquiera de un día cualquiera en cualquier campo de refugiados, pero es en realidad parte de la obra que en estos días se está representando en la Sala III del Teatro Fernán Gómez y que podrá verse hasta el día 14 de mayo.

El montaje cuenta la historia de dos refugiadas y sus familias a las que no les queda más remedio que huir de sus respectivos países. La dramaturgia se sostiene a partir de testimonios reales filmados en el campamento de Moria. La obra es una experiencia de teatro inmersivo. Una forma de teatro envolvente en que el público es libre de elegir como vive la experiencia. Durante 40 minutos, sentirán la esperanza, la celebración, la vergüenza, el miedo y hasta la sombra de la muerte que se cierne sobre este campo de refugiados. 

Mario Vega, el director de la obra nos habla así de ella: MORIA es una experiencia inmersiva de teatro-documento que entronca con la línea creativa de Unahoramenos producciones basada en la denuncia social. Como en Me llamo Suleimán,  Unahoramenos se embarcó en la idea de denunciar la nefasta situación en la que se vive en los mal llamados campos de refugiados. Nos trasladamos a la Isla de Lesbos (Grecia) en enero de 2020. Allí pasamos una semana en ese infierno en la tierra que lleva el nombre de Moria: Nicolás Castellano (periodista de la Cadena SER especializado en migraciones forzadas), Anna Surinyach (fotoperiodista de la Revista 5W), Valentín Rodríguez (producción) y yo.

La obra está interpretada por Marta Viera y Ruth Sánchez, que dan vida a una mujer siria y a otra afgana que conviven en el campamento y que por las circunstancias se ven obligadas a pasar la noche juntas dentro de las frágiles paredes de tela que las envuelven pero que no las protegen. 

Nicolás Castellano, Ruth Sánchez, Marta Viera, Mario Vega y Laila Ripoll

Junto a la representación se llevarán a cabo una serie de actividades paralelas entre las que destaca una mesa redonda en la que serán ponentes Nicolás Castellano, periodista especializado en contenidos sobre migraciones, cooperación y desarrollo; Anna Surinyach, fotoperiodista que cubre grandes desastres humanitarios en todo el mundo; Raquel González Juárez, relaciones externas de Médicos sin Fronteras y Mario Vega, director de Moria. También habrá encuentros con el público los días 5 y 12 de mayo con el elenco artístico de la obra al término de la función. 

domingo, 3 de abril de 2022

SARAMAGO. SUS NOMBRES

Ricardo Viel, coautor del libro

Tras dos años de investigación en archivos públicos y privados de Iberoamérica, Alejandro García Schnetzer y Ricardo Viel organizaron un álbum biográfico de José Saramago, donde la propia voz del autor se entrelaza con un notable repertorio fotográfico. A partir de cuatro ejes semánticos, lugares, sentidos, escritos y personas,  la obra despliega, en trescientas cincuenta páginas, mas de doscientos nombres clave, cuatrocientas cincuenta imágenes y mil quinientos textos procedentes de toda la producción literaria y testimonial del único premio Nobel de la lengua portuguesa. 

Una fotobiografía de José Saramago es, necesariamente, también un retrato de la historia universal del último siglo, de los momentos, autores, corrientes de pensamiento y debates que aún nos conforman, tanto a los que han sido sus contemporáneos como a aquellos que les suceden. 

La obra de José Saramago se caracteriza por interrogar la historia de su país y las motivaciones humanas. Encontrar las claves por las que un imperio quedó relegado a un segundo plano respecto al resto de Europa y entender la forma de actuar del hombre y el porqué de la misma fueron sus preocupaciones centrales. Pero aunque sus novelas tienen como eje central la realidad de Portugal y su historia, no se trata, sin embargo, de una narrativa histórica, sino de relatos donde la historia se mezcla con la ficción y con lo que podría haber sido, siempre a través de la ironía y al servicio de una aguda conciencia social.

La Casa de América ha sido la encargada de presentar el volumen junto a una pequeña selección de fotografías del escritor luso tomadas en tierras iberoamericanas. Según los editores del libro lo que se busca es establecer un diálogo entre la voz de Saramago y un repertorio fotográfico y documental amplio, exponente del tiempo, la memoria y los espacios que le fueron propios. 

Pilar Reyes, Enrique Ojeda, Pilar del Río, Alejandro García Schnetzer y Ricardo Viel

Alfaguara, que forma parte del grupo editorial Penguin Random House, ha sido la encargada de publicar el libro que ha contado con la colaboración de la Fundación José Saramago, cuya directora de la División Literaria Pilar del Río, estuvo presente en la inauguración de la muestra. También participó en la presentación Enrique Ojeda, director general de Casa de América.