Imagen Cabecera

Imagen Cabecera

jueves, 25 de marzo de 2021

EL REAL JARDÍN BOTÁNICO MUESTRA EN MADRID LA OBRA MÁS RECIENTE DE CARMEN LAFFÓN

 


El Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico acogerá hasta el próximo 23 de mayo, la exposición La sal, de la pintora y escultora, Premio Nacional de Artes Plásticas Carmen Laffón (Sevilla, 1934).

La muestra se ha presentado en rueda de prensa por los comisarios de la exposición Juan Antonio Álvarez Reyes, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y Javier Hontoria, director del Museo Patio Herreriano, de Valladolid y Manuel Laffón, en representación de la artista.

La Sal reúne un amplio repertorio de la obra más reciente de la artista, dedicada a las salinas de Bonanza en Sanlúcar de Barrameda, municipio asentado al margen izquierdo del río Guadalquivir y enfrente del Parque Nacional de Doñana. Pinturas, dibujos y bajorelieves cargados de emoción e intimismo, tan característicos de la trayectoria de esta artista.




Como señala Javier Hontoria: “Esta exposición es fruto de la colaboración de dos museos de arte contemporáneo españoles: el Museo Patio Herreriano de Valladolid y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla. Esta muestra reúne obras de gran modernidad, no solo por los motivos que refleja, sino por los grandes formatos por los que se inclina la artista, que se traducen también en un montaje muy contemporáneo”, añade.  

Con esta exposición, Laffón, una de las pintoras más importantes activas desde la segunda mitad del siglo pasado, vuelve a demostrar un interés por la observación del lugar, un ejercicio en el que la voluntad de narrar no está exenta de un fuerte contenido emocional.

El lugar, en esta ocasión son las salinas gaditanas, un entorno privilegiado y el espacio en el que la artista sevillana viene desplegando su pintura más libre y ambiciosa.


Las pinturas en concentrados tonos grises y aquellas otras de encendidos tonos azules revelan un interés por el trabajo en serie y se centran en el estudio detenido de unos lugares, las salinas, que, sin ser un espacio habitual de la tradición pictórica paisajística, descubren en los trazos de Laffón toda su personalidad y ponen de manifiesto esta singularidad geográfica modelada por siglos de avatares históricos que han condicionado la realidad física, económica y social de la zona.

Juan Antonio Álvarez Reyes apunta: “La sal se basa en la mirada de la artista sobre el horizonte. Una línea del horizonte que casi divide a la mitad los cuadros en la que encontramos una aproximación más abstracta en la mitad superior y figurativa en la mitad inferior.”

La muestra presenta también un importante conjunto de bajorrelieves en torno al mismo motivo, realizados en fechas recientes, que revelan de nuevo un interés por la línea del horizonte, un elemento inseparable de la experiencia contemplativa de toda una vida y que al vislumbrarlo desde la casa de la artista, situada en un lugar elevado hace que se cree una ilusión óptica de desplazamiento horizontal.

A ellos se suma un conjunto de grandes dibujos que ahondan en el tema de las salinas realizados durante los meses de confinamiento, momento  que la artista ha aprovechado para continuar su trabajo. 



Sobre Carmen Laffón

Carmen Laffón (Sevilla, 1934) se inició en el universo de la pintura con tan solo 12 años de la mano del pintor Manuel González Santos, amigo de la familia y antiguo profesor de dibujo de su padre, por cuya indicación ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, a los 15 años de edad.

Tras cursar estudios en esta institución durante tres años se traslada a Madrid, en cuya Escuela de Bellas Artes finaliza su carrera. En ese mismo año, 1954, hace su viaje de fin de estudios a París, donde queda especialmente impresionada por la obra de Marc Chagall. Al año siguiente realiza una estancia de estudios en Roma con una beca del Ministerio de Educación. A su regreso a Sevilla en 1956 continúa pintando en la casa de verano familiar de Sanlúcar de Barrameda en La Jara, frente al Coto de Doñana, que acabará siendo el lugar central de su actividad artística. Allí tiene actualmente su estudio, y el Coto de Doñana y su paisaje se han convertido en principal protagonista de su pintura

En 1961 conoce a Juana Mordó, quien se interesa vivamente por su obra y le ofrece un contrato con la galería Biosca. La relación con Juana Mordó seguiría más tarde cuando ésta montó su propia galería. En el grupo de artistas que trabajaba para Mordó se encontraban muchos de los nombres más importantes de la pintura española de la época: Manuel Millares, Antonio Saura, Lucio Muñoz, Eusebio Sempere, Manuel Hernández Mompó, Pablo Palazuelo, Gustavo Torner, Fernando Zóbel y Antonio López.


En 1967 se acerca al mundo de la enseñanza y junto a Teresa Duclós y Pepe Soto crean la Escuela El Taller y en 1975 se incorpora a la Cátedra de Dibujo al Natural de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. En 1998 es nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. El 16 de enero del 2000 pronunció el discurso de ingreso titulado "Visión de un paisaje" que versó sobre su relación con Sanlúcar de Barrameda y el Coto de Doñana.

Carmen Laffón es Hija Predilecta de Andalucía. Está en posesión del Premio Nacional de Artes Plásticas y de la Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes entre otras distinciones.

De su vida y su relación con Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, Carmen Laffón dice: «El Guadalquivir es el río de Sevilla, mi ciudad de nacimiento, que me lleva a Sanlúcar de Barrameda, mi otra ciudad, donde comencé a pintar y a soñar». En 1992 el Museo Reina Sofía de Madrid llevó a cabo una exhaustiva exposición retrospectiva de esta pintora, que recorría la práctica totalidad de su carrera artística hasta la fecha. En 2014 el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo realizó una antológica de su producción centrada en las grandes series más características de su producción.


lunes, 22 de marzo de 2021

EL MUSEO NACIONAL DEL PRADO PRESENTA LAS ADQUISICIONES REALIZADAS CON EL LEGADO DE CARMEN SÁNCHEZ

 

Alegoría de la Templanza Alonso Berruguete

Hasta el próximo 24 de octubre, en las salas 60 y 60 A del edificio Villanueva, el visitante del Museo Nacional del Prado podrá contemplar las obras adquiridas gracias al legado de Carmen Sánchez García, Amiga del Museo del Prado, fallecida en Madrid en 2016 a los 86 años de edad, bajo el título “El legado de Carmen Sánchez. La última lección”.

Esta exposición quiere servir de homenaje a la generosidad de Carmen Sánchez García (1929-2016). Carmen se dedicó profesionalmente a la docencia y perteneció a la Fundación Amigos Museo del Prado desde 2003, participando desde entonces en muchas de sus actividades. Su legado la convierte en una de las mecenas más destacadas en la historia del Museo y se ha destinado, conforme al deseo expresado en su testamento, a la adquisición de pinturas.

Autorretrato Pedro de Campaña

San Francisco arrodillado en meditación Mariana de la Cueva y Barradas 

De acuerdo con el deseo expresado en su testamento, su legado ha permitido incorporar nuevos artistas a las colecciones y cubrir así algunas de las lagunas históricas del Museo. Sobresale la Alegoría de la Templanza de Alonso Berruguete, obra del periodo italiano de su autor, uno de los artistas  españoles de mayor prestigio internacional, con cuyo ingreso el Prado cumple un viejo anhelo. Destacan también San Francisco arrodillado en meditación de Mariana de la Cueva y la Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a san Simón Stock de Gabriel Antonio Corvoysier. Estas dos últimas obras son las primeras que se han identificado de sus respectivos autores, lo que tiene un especial significado para la historia de la pintura española. Mariana de la Cueva fue elogiada por los principales biógrafos de artistas, pero desconocíamos su actividad pictórica. Esto mismo sucede también con otras mujeres del Siglo de Oro, lo que dota de mayor interés a esta obra, por cuanto supone un avance en el conocimiento de la labor artística de las mujeres durante este periodo, y más concretamente en la segunda mitad del siglo XVII. Por su parte, el descubrimiento del lienzo de Corvoysier permite avanzar en el estudio de la pintura madrileña de finales del siglo XVII. Destaca también Mujer en el baño (¿Diana de Poitiers?), ya que apenas se conservan obras de François Clouet o de su taller en nuestro país. Por último, La boloñesa (La boulonnaise) de María Blanchard es la primera obra que ingresa de esta artista, la pintora española más importante anterior a Picasso.  

Mujer en el baño (¿Diana de Poitiers?) Taller de François Clouet 

El legado también ha permitido enriquecer la presencia de otros pintores ya representados en el Museo con nuevos cuadros, en su mayoría inéditos. Tienen gran interés Giuseppe Maria Ferdinando Dal Pozzo, que puede contarse entre las mejores obras conocidas de José Aparicio, y la Sagrada Familia del roble de Luis Eusebi, figura capital en la ¡historia primera del museo, del que fue su primer conserje y a quien debemos su primer catálogo. Esta es una de las primeras copias conocidas de un cuadro del Prado tras su inauguración en 1819.  

Los Comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo (réplica) Antonio Gisbert 

Carmen Sánchez nació en el seno de una familia burguesa madrileña, oriunda de Béjar (Salamanca). Tras formarse en la Universidad de Madrid, entre 1951 y 1955, y realizar varias estancias en el extranjero, decidió dedicarse a la docencia. Estuvo vinculada casi desde el comienzo de su trayectoria profesional al Colegio Nervión, ubicado en la calle del mismo nombre, en el barrio de El Viso, que contribuyó a fundar en 1973 y que acabó por convertirse en un referente en la educación privada en Madrid, ejemplo de modernización de la educación en el período de la transición a la democracia, siendo uno de los centros docentes de formación laica pioneros en el panorama nacional. De él sería directora durante varias décadas, y en él trabajaría como maestra hasta jubilarse con setenta años, en 1999. 

Joven con cofia María Blanchard 

Carmen comenzó a vincularse a las actividades del Museo Nacional del Prado a partir de 1997, y se unió a la Fundación Amigos del Museo del Prado en 2003. Las programaciones de la Fundación se convirtieron para Carmen en una de las mayores satisfacciones de esos años, en los que, ajena ya a las preocupaciones y obligaciones laborales, podía disfrutar de manera más continuada y amena de su gran pasión. Gracias a su participación ininterrumpida en estas actividades, debió madurar su idea de hacer beneficiario de su herencia al Museo, como plasmó finalmente en su testamento.