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miércoles, 29 de enero de 2020

LA ETÉREA SENSUALIDAD DE LOS RETRATOS DE CHECHU ÁLAVA


Museo Thyssen Bornemisza
Sala balcón-mirador, 1ª planta.
Del 27 de enero al 29 de marzo de 2020

 Dr. Freud 2013

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza abre el año 2020 con una   exposición de Chechu Álava. ‘Rebeldes’, que consiste en una galería de retratos femeninos en los que se celebra la vida imaginaria de antiguos mitos y la experiencia de mujeres eminentes en la modernidad. Se trata de una serie abierta que la artista comenzó hace una década y que ya ha reunido las figuras de Eva y de Venus con retratos de intelectuales, escritoras y artistas como Simone de Beauvoir, Hannah Arendt, Sylvia Plath, Colette, Marga Gil Roësset, Niki de Saint Phalle, Eva Hesse, Tina Modotti, Frida Kahlo o Lee Miller. Chechu Álava. Rebeldes es la tercera entrega del programa Kora que, a partir del mito de la primera retratista de la historia del arte relatado por Plinio el Viejo, presenta una exposición al año en el Museo Thyssen desde la perspectiva de género.
 
 Lee Miller con dolor de cabeza, 2013

 Frida fumando en rosa, 2019

Salvo excepciones, en la historia del arte las mujeres han sido retratadas como esposas o musas,  creadas  a  la  medida  del  deseo  masculino.  La  exposición  ofrece  una  oportunidad  para reflexionar sobre el género del retrato, a través de esta selección de personalidades complejas, de singular talento y a contracorriente, a menudo juzgadas en el mundo de hombres en el que intentaron hacerse un hueco. Tanto su biografía como su trayectoria fueron difíciles. Todas ellas fueron rebeldes puesto que desafiaron las normas representadas por los mitos de Venus y de Eva, que en la versión de Álava enfatizan con humor los traumas vertidos sobre las mujeres en la sociedad patriarcal. Son rebeldes y, a la vez, heroínas para las jóvenes generaciones que aprenden de sus experiencias y su resiliencia.
 
Niki de Saint Phalle y el fusil de pintar,
2018

Es esa dimensión de faro y guía para sus herederas la que se aprecia a primera vista en esta pintura iluminada gracias al paciente trabajo de veladuras. Obras que en una segunda mirada llaman a detenerse en  los  detalles desenfocados y en  las  composiciones precisas  y  cuyas  escenas, casi siempre solitarias, evocan recogimiento y propician el diálogo con sus protagonistas, captadas en momentos de despreocupada intimidad y vulnerabilidad, pero también de decisión. Más que representaciones son, en palabras de la comisaria Rocío de la Villa, presencias inspiradoras.


 Chechu Álava. © Conchita Meléndez
 

Como si de sueños oníricos se tratara las figuras representadas en las obras de Chechu Álava se diluyen en el entorno con una sutil patina que las aleja del observador al tiempo que provoca una conexión de éste con las mismas. Las escenas se asemejan a ese momento del despertar en que todavía podemos recordar los últimos retazos de nuestros sueños pero cada vez de una forma más borrosa, con menos detalle, hasta que se pierden en el inconsciente. Los tonos pasteles y las suaves pinceladas contribuyen a crear un aura en torno a las retratadas aumentado así el mito o la leyenda.