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sábado, 29 de septiembre de 2018

LA REINA DEL ART DECÓ TAMARA DE LEMPICKA EN EL PALACIO DE GAVIRIA



El Palacio de Gaviria, en colaboración con Arthemisia, abrirá al público el próximo día 5 de octubre una retrospectiva dedicada a la figura de Tamara de Lempicka. Comisariado por la experta Gioia Mori —quien ha dedicado una década al estudio de la artista polaca—, este proyecto expositivo recorre la trayectoria de la "Reina del Art Decó". La labor de la comisaria ha contribuido a arrojar luz sobre la gran dimensión artística de Lempicka y a reconstruir los aspectos más desconocidos de su biografía.

La retrospectiva, que incluye en torno a 200 piezas procedentes de más de 40 colecciones privadas, museos y prestatarios, podrá visitarse en Madrid hasta el 24 de febrero de 2019.

Tamara de Lempicka (Polonia, 1898 – México, 1980) desarrolló un estilo característico de la época, marcada por la estética de los años 20 con sus motivos geométricos, colores brillantes y formas rotundas. El art decó, un estilo clásico, simétrico y rectilíneo que alcanzó su mayor apogeo entre 1925 y 1935, hundía sus raíces en movimientos anteriores como el cubismo y el futurismo, así como la influencia de la Bauhaus. Lempicka fue una de sus representantes más destacadas en el ámbito de las artes plásticas, para las que planteó toda una revolución. “Entre cientos de pinturas, reconocerías las mías”, afirmaba la artista, “mi objetivo era: no copiar, crear un nuevo estilo… con colores luminosos y brillantes, recuperando a la elegancia a través mis modelos”.


Tamara de Lempicka fue una mujer que se construyó a sí misma, para lo que no dudo en mentir sobre sus orígenes, durante mucho tiempo sostuvo que había nacido en Moscú en 1902. No está muy claro si lo hizo para ocultar sus antepasados judíos o si lo hizo porque la nacionalidad rusa le confería un carácter más noble y sofisticado, que construía un halo de misterio a su alrededor. Tamara era una mujer hermosa, inalcanzable y caprichosa, una auténtica diva, pero a la vez fascinante y misteriosa, símbolo de la emancipación femenina y de un siglo cambiante y revolucionario.
 


De Lempicka comenzó su carrera como diseñadora de sombreros y complementos para algunas casas de moda. Allí, como más tarde en sus obras y desde luego en su aspecto personal, desarrolló un sentimiento de  cuidado  por los detalles, los guantes al maquillaje, las joyas o el rubio y rizado cabello, la convirtieron en un icono de los salones mundanos y las damas de la época. Una mujer elegante, siempre seductora, atenta a su imagen, que sin duda no pasó desapercibida en las fiestas fastuosas, en las que gastó toda su fortuna.



Las mujeres retratadas en sus pinturas son un emblema de la emancipación de la mujer, de su fuerza y su independencia, pero también de su capacidad seductora. De Lempicka  conocía muy bien a las mujeres que retrataba, de hecho llegó a mantener relaciones con varias de ellas, como la modelo Rafaela y la duquesa Marika de La Salle, que posó para ella varias veces. Pero también jugó con la ambigüedad de escenas lésbicas y reuniones mundanas en las que las protagonistas eran prostitutas elegantes de los salones más sofisticados. Mujeres sensuales, desnudas o vestidas solamente con ropa interior de seda roja, acariciándose unas a otras y derramándose en el sofá o la cama. Escenas, eróticas, íntimas y familiares iluminadas por una luz dura y directa, que involucran al espectador.



En los últimos años su arte se resintió por su complicada personalidad, las formas se vuelven más abstractas y los protagonistas se convierten en los enormes rascacielos estadounidenses. Usa la espátula y deja el pincel. Estas últimas son obras devocionales en las que retrata iconos sagrados como actores teatrales. Una elección final, entre lo sagrado y lo profano, vinculada a un momento de profunda depresión, pero sobre todo vinculada a los difíciles años treinta. Obras que alimentan el misterio de esta mujer, excéntrica y con un inmenso deseo de vivir, cualidades que la convierten en la intérprete perfecta de su tiempo.



Esta será la primera exposición retrospectiva dedicada a Lempicka en Madrid. Además, en cierta manera, constituye su vuelta a España después de un épico viaje que la artista realizó en 1932 a nuestro país y que tuvo gran calado en su obra y en el mundo artístico de la época. La muestra, que está despertando gran expectación en el público desde que fue anunciada por Arthemisia, ha sido ya presentada por esta empresa italiana de gestión cultural en otras sedes como el Palacio Real de Milán (2006), La Pinacoteca de París (2013), el Palacio Chiablese de Turín (2015) y el Palacio Forti de Verona (2015), todas ellas han cosechado notable éxito de público y crítica. En Madrid podrá visitarse hasta el 24 de febrero de 2019.