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lunes, 22 de marzo de 2021

EL MUSEO NACIONAL DEL PRADO PRESENTA LAS ADQUISICIONES REALIZADAS CON EL LEGADO DE CARMEN SÁNCHEZ

 

Alegoría de la Templanza Alonso Berruguete

Hasta el próximo 24 de octubre, en las salas 60 y 60 A del edificio Villanueva, el visitante del Museo Nacional del Prado podrá contemplar las obras adquiridas gracias al legado de Carmen Sánchez García, Amiga del Museo del Prado, fallecida en Madrid en 2016 a los 86 años de edad, bajo el título “El legado de Carmen Sánchez. La última lección”.

Esta exposición quiere servir de homenaje a la generosidad de Carmen Sánchez García (1929-2016). Carmen se dedicó profesionalmente a la docencia y perteneció a la Fundación Amigos Museo del Prado desde 2003, participando desde entonces en muchas de sus actividades. Su legado la convierte en una de las mecenas más destacadas en la historia del Museo y se ha destinado, conforme al deseo expresado en su testamento, a la adquisición de pinturas.

Autorretrato Pedro de Campaña

San Francisco arrodillado en meditación Mariana de la Cueva y Barradas 

De acuerdo con el deseo expresado en su testamento, su legado ha permitido incorporar nuevos artistas a las colecciones y cubrir así algunas de las lagunas históricas del Museo. Sobresale la Alegoría de la Templanza de Alonso Berruguete, obra del periodo italiano de su autor, uno de los artistas  españoles de mayor prestigio internacional, con cuyo ingreso el Prado cumple un viejo anhelo. Destacan también San Francisco arrodillado en meditación de Mariana de la Cueva y la Virgen del Carmen imponiendo el escapulario a san Simón Stock de Gabriel Antonio Corvoysier. Estas dos últimas obras son las primeras que se han identificado de sus respectivos autores, lo que tiene un especial significado para la historia de la pintura española. Mariana de la Cueva fue elogiada por los principales biógrafos de artistas, pero desconocíamos su actividad pictórica. Esto mismo sucede también con otras mujeres del Siglo de Oro, lo que dota de mayor interés a esta obra, por cuanto supone un avance en el conocimiento de la labor artística de las mujeres durante este periodo, y más concretamente en la segunda mitad del siglo XVII. Por su parte, el descubrimiento del lienzo de Corvoysier permite avanzar en el estudio de la pintura madrileña de finales del siglo XVII. Destaca también Mujer en el baño (¿Diana de Poitiers?), ya que apenas se conservan obras de François Clouet o de su taller en nuestro país. Por último, La boloñesa (La boulonnaise) de María Blanchard es la primera obra que ingresa de esta artista, la pintora española más importante anterior a Picasso.  

Mujer en el baño (¿Diana de Poitiers?) Taller de François Clouet 

El legado también ha permitido enriquecer la presencia de otros pintores ya representados en el Museo con nuevos cuadros, en su mayoría inéditos. Tienen gran interés Giuseppe Maria Ferdinando Dal Pozzo, que puede contarse entre las mejores obras conocidas de José Aparicio, y la Sagrada Familia del roble de Luis Eusebi, figura capital en la ¡historia primera del museo, del que fue su primer conserje y a quien debemos su primer catálogo. Esta es una de las primeras copias conocidas de un cuadro del Prado tras su inauguración en 1819.  

Los Comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo (réplica) Antonio Gisbert 

Carmen Sánchez nació en el seno de una familia burguesa madrileña, oriunda de Béjar (Salamanca). Tras formarse en la Universidad de Madrid, entre 1951 y 1955, y realizar varias estancias en el extranjero, decidió dedicarse a la docencia. Estuvo vinculada casi desde el comienzo de su trayectoria profesional al Colegio Nervión, ubicado en la calle del mismo nombre, en el barrio de El Viso, que contribuyó a fundar en 1973 y que acabó por convertirse en un referente en la educación privada en Madrid, ejemplo de modernización de la educación en el período de la transición a la democracia, siendo uno de los centros docentes de formación laica pioneros en el panorama nacional. De él sería directora durante varias décadas, y en él trabajaría como maestra hasta jubilarse con setenta años, en 1999. 

Joven con cofia María Blanchard 

Carmen comenzó a vincularse a las actividades del Museo Nacional del Prado a partir de 1997, y se unió a la Fundación Amigos del Museo del Prado en 2003. Las programaciones de la Fundación se convirtieron para Carmen en una de las mayores satisfacciones de esos años, en los que, ajena ya a las preocupaciones y obligaciones laborales, podía disfrutar de manera más continuada y amena de su gran pasión. Gracias a su participación ininterrumpida en estas actividades, debió madurar su idea de hacer beneficiario de su herencia al Museo, como plasmó finalmente en su testamento.

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