No sé si a vosotros os pasa pero a mí la simple portada de un libro me puede hacer desearlo o rechazarlo de pleno. Lo mismo me ocurre con las obras de teatro, que el cartel me haga desear colarme en el patio de butacas a disfrutar de lo que seguro, tal y como me anticipa dicho cartel, me va a hacer gozar durante un par de horas.
Y es que es difícil sustraerse al encanto de una obra que está escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio, uno de los más importantes dramaturgos de la actualidad española, que la desarrolló hace unos tres años en colaboración con Yolanda García Serrano y que ahora al fin ha llegado a los Teatros del Canal donde se representará entre los días 2 y 20 de abril.
Si además el elenco está formado por Carlos Hipólito, sin duda sino el mejor, uno de los mejores actores con los que contamos y le acompañan profesionales de la categoría de Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla, el éxito está asegurado.
La historia nos cuenta, con las correspondientes licencias de escritor, un momento histórico y concreto de la vida de Pau Casals, la visita de unos soldados nazis a Villa Colette, residencia de Casals durante su estancia en Prades (Francia), con la petición de que el maestro actuara ante el Führer. El violonchelista, un hombre que mantuvo siempre una incansable dedicación a la defensa de la paz, la democracia y la libertad, se negó. Ya con anterioridad había rechazado tocar en Rusia, tras los sucesos de la Revolución rusa y la implantación del sistema comunista, así como en todos los países llamados comunistas donde no hubiese democracia. Sus ideales y su firme convención de los valores democráticos no le permitían actuar ante quienes de un modo u otro rompieran un sistema en el cual la soberanía reside en el pueblo .
La situación planteada en la obra es real. El conflicto interior del personaje de Johann, interpretado por Cristóbal Suárez con gran acierto, un violoncelista en la vida civil convertido en soldado por el reclutamiento bélico que se debate entre la admiración más absoluta hacia su ídolo, el maestro Casals, y su deber militar como soldado bien podría ser ficticio, pero aquí reside la grandeza del teatro. La premisa cierta es que hubo un intento real del Führer de sumar a Casals a su operación de propaganda internacional. A partir de aquí, la imaginación es libre y los autores de la obra son quienes deben encargarse de dotarla de la suficiente entidad como para hacerla creíble.
A ello ha contribuido todo el elenco de Música para Hitler, especialmente Carlos Hipólito con un fantástico desarrollo del personaje de Pau Casals, y Cristóbal Suárez, quienes han tenido que recibir clases, no ya para tocar el violonchelo, algo que en tan corto espacio de tiempo hubiera sido imposible, pero si de postura corporal y de las manos para que en los momentos en los que ambos tocan el instrumento de la sensación de que realmente saben lo que hacen. El asesor musical encargado de la labor de enseñar a ambos actores ha sido Enrico Barbaro.
La escenografía, sencilla pero efectiva es de Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer, la iluminación de José Manuel Guerra, el vestuario de Pier Paolo Álvaro y el maquillaje y peluquería de Chema Noci.
La obra se representa en la Sala Roja Concha Velasco de los Teatros del Canal y tiene una duración de 1 h y 20 min (sin intermedio).
Fotografías © Conchita Meléndez
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