Decía Ángel Ruiz, tenor cómico recientemente premiado en la gala de los Talía, en la presentación de la que puede considerarse como la indiscutible obra cumbre del género, que la obra del maestro Pablo Sorozabal parecía tener una maldición, ya que cada vez que se estrenaba en el teatro de la Zarzuela, ésta es la cuarta, ocurría algo y que esperaba que en esta ocasión se rompiera el hechizo. No fue así, el día del estreno el elenco tuvo que actuar sin el apoyo del coro, que ondeaba sus quejas en la puerta del templo de la plaza de Teresa Berganza tras el paro convocado para denunciar las condiciones "vergonzosas" de trabajo. Los sindicatos exigen la destitución de la directora, Isamay Benavente por boicotear la huelga convocada.
Es una lástima que una obra tan bella en todos los aspectos como es La tabernera del puerto vea lastrada su puesta en escena por motivos ajenos a la representación en sí. Que ‘La tabernera del puerto’ de Pablo Sorozábal es una obra maestra hay pocos que lo cuestionen. Algunos la consideran, sin duda con razón, algo así como la Traviata de la zarzuela, mientras otros la estiman como la última gran zarzuela de la historia. Fue estrenada en el Teatro Tívoli de Barcelona en mayo de 1936 –pese al éxito indiscutible, con no pocos problemas para el compositor debido a los tiempos convulsos que dos meses después derivarían en la Guerra Civil–, y en Madrid en marzo de 1940 –una vez terminada la contienda– en el Teatro de la Zarzuela. Ahora, 85 años después de aquella premier madrileña, el emotivo montaje de Mario Gas, en ocasiones poético y, ante todo, profundamente teatral y documentado, regresa a este mismo escenario.
En esta ocasión están programadas 15 funciones, entre el 4 y el 22 de junio, de este ‘romance marinero en tres actos’ cuyo libreto original lo firman los dramaturgos Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw.
El conjunto de la de la escenográfica obra de Ezio Frigerio con Riccardo Massironi y la del vestuario de Franca Squarciapino, llega a ser por momentos ensoñadora, a lo que contribuye la videoescena de Álvaro Luna, especialmente significativa en la escena de la tormenta en el mar. La dirección musical es de José Miguel Pérez-Sierra y Julio César Picos que estarán al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela.
La obra contará con un doble reparto formado por Leonor Bonilla y Serena Sáenz como Marola, la joven tabernera; Ángel Ódena y César San Martín como Juan de Eguía, el dueño de la taberna; Marcelo Puente y Celso Albelo en el papel del joven marinero Leandro; Rubén Amoretti y Simón Orfila interpretan al lobo de mar inglés Simpson; Rut González es Abel un joven músico enamorado de Marola, Vicky Peña es Antigua, la sardinera; Pep Molina es Chinchorro, patrón de un barco; Ángel Ruiz interpreta a Ripalda, el dueño del café de enfrente de la taberna; Xavier Ribera-Vall, Rafael Delgado y Didier Otaola, interpretan a los marineros Verdier, Fulgen y Senén y Ángel Burgos es Valeriano, el sargento de carabineros.
“Este Romance marinero no es una obra realista ni lo pretende; se trata de un relato teatral teñido de un vapor de leyenda, o elemento poético, en el que se explica una historia de contrabando y de amor en un pueblo marinero”. Mario Gas quiere ser fiel a la obra y que los intérpretes ayuden a “contar la historia con todo el sentimiento y toda la verdad que permite el teatro”.
La acción transcurre en una localidad imaginaria del norte de España. La idea original del libreto, según los libretistas, vino de un poema publicado el 3 de febrero de 1935 en el ABC por el propio Federico Romero. En el puerto se encuentra la taberna de Marola. Nadie sabe el origen de Marola, solamente se conoce que la taberna fue costeada por el bandido Juan de Eguía, al que todos creen su marido.
El marinero Simpson habla de Leandro (un pescador enamorado de Marola). Marola y Leandro se enamoran. Abel, un adolescente intérprete del acordeón, también se enamora de Marola pero no es correspondido.
Un grupo de mujeres del pueblo reprochan a Marola que vuelve locos a todos los hombres, pero ella se defiende recriminándoles que no prestan atención a sus esposos. Juan de Eguía golpea a Marola ante la impotencia de Abel.
Al día siguiente Abel cuenta lo sucedido, lo que hace que todos los presentes busquen a Juan para pedirle explicaciones. Leandro conversa con Marola, quien confiesa que Juan de Eguía es su padre, ante lo cual Leandro convence a su amada para que huya con él.
Juan de Eguía aparece de nuevo y le promete a Leandro la mano de Marola a cambio de que introduzca un fardo de cocaína en la ciudad. Leandro acepta y acompañado de su amada se dirigen en una pequeña embarcación hacia una cueva que solo tiene acceso por mar, para cargar el fardo de cocaína, pero son sorprendidos por una tormenta y desaparecen.
Abel canta a la desaparecida Marola, mientras Juan entristecido les cuenta a todos los presentes que ella es en realidad su hija. Poco después el marinero Simpson trae la buena noticia de que Leandro y Marola están vivos y se dirigen al puerto detenidos por los carabineros. Juan confiesa ser el verdadero culpable de todo lo sucedido y es detenido, mientras que Leandro y Marola quedan en libertad.
El resultado de la labor de todo el equipo consigue un excepcional montaje que sin duda posee una gran belleza estética y musical. Esperemos que en las representaciones que restan todo funcione con normalidad y la calidad de la obra no se vea afectada.
Fotografías © Conchita Meléndez
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