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lunes, 12 de febrero de 2024

LA CASA DE BERNARDA ALBA VUELVE AL MARÍA GUERRERO

 


La casa de Bernarda Alba es junto a Yerma y Bodas de Sangre, una de las obras más representativas y también más representadas de Federico García Lorca. Aunque fue escrita en 1936, no pudo estrenarse ni publicarse hasta 1945 y lo hizo en Buenos Aires gracias a la iniciativa de Margarita Xirgu. Desde entonces se ha representado en múltiples ocasiones tanto en España como en América latina y en el resto del mundo. Desde París a Broadway, Londres o Milán el público ha podido disfrutar de esta maravillosa obra claro ejemplo de realismo poético. 


Ahora el Teatro María Guerrero repone en su escenario, después de 25 años, La Casa de Bernarda Alba en una versión que respeta la obra original de Federico García Lorca pero que aporta la mirada de las actrices que componen el elenco para contar el drama desde adentro, desde las vivencias que ocurren entre las paredes de la casa. Dirigidas por Alfredo Sanzol y encabezadas por Ana Wagener  en el papel de Bernarda, algo que el director tuvo claro desde el primer momento, el grupo de quince mujeres que participan en la función nos cuentan la historia de una mujer que quiere lo mejor para sus hijas pero que las domina con mano de hierro. 

La casa de Bernarda Alba arranca con una muerte y termina con otra. La muerte del padre abre el reinado despótico de Bernarda, que produce al final la muerte de su hija más joven, símbolo de vida, libertad y sexualidad. Bernarda es la encarnación de un sistema de normas sociales. Es su brazo ejecutor y también su víctima. La humanidad de Bernarda está en el deber cumplido de proteger a sus hijas de la ruina que pueden producir los impulsos sexuales en el contexto social que habitan. El miedo a caer en el ostracismo la lleva a aplicar de manera paranoide las mismas restricciones que cayeron sobre ella desde su infancia. Bernarda también fue una Adela. Es una Adela muerta en vida. Es una mujer con una herida tan grande que sólo ha podido encontrar la salvación tomando el relevo de sus agresores. Bernarda y su casa son la metáfora de una sociedad aterrorizada.

A Ana Wagener le da la réplica Ane Gabarain que interpreta a Poncia, confidente de Bernarda pero a la vez en constante enfrentamiento con la matriarca. Las  hijas de Bernarda son: Patricia López Arnaiz (Angustias), hija del primer matrimonio de Bernarda  y heredera de una considerable fortuna, que es la que atrae a Pepe el Romano, pese a ser una mujer fea y sin atractivos.  Belén Landaluce  (Magdalena), quien acepta con resignación su soltería y reconoce que le hubiera gustado ser un hombre. Eva Carrera (Amelia), la más desdibujada de las hermanas, resignada, sumisa y temerosa de la autoridad materna y que guarda una estrecha relación con Martirio. Sara Robisco (Martirio), una muchacha enferma y deforme, que encarna el sufrimiento y la envidia. Es la única que pudo haberse casado, aunque su madre se opuso al matrimonio con Enrique Humanes porque no era de su clase. Y Claudia Galán (Adela), es la más joven, la más hermosa y representa la fuerza de la pasión y del instinto. Por eso se deja arrastrar, con todas las consecuencias, por su amor desenfrenado hacia Pepe el Romano. Su concepto del amor, típicamente lorquiano, representa el enfrentamiento entre realidad e ilusión. También representa la rebeldía y del deseo de libertad frente a la dictadura materna.


El resto del reparto lo componen, Ester Bellver, Ana Cerdeiriña, Paula Womez, Chupi Lorente, Lola Manzano, Inma Nieto, Celia Parrilla e Isabel Rodes.  También participan a través de sus Voces en off: Elías González, Javier Lago, Jaime López, Daniel Llull,  Carlos Serrano y Jaime Soler.

© Conchita Meléndez

La obra que se estrenó el 9 de febrero permanecerá en cartel hasta el 31 de marzo. 


FOTOGRAFÍAS DE ESCENA: © Bárbara Sánchez Palomero

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