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lunes, 13 de febrero de 2023

LUCIAN FREUD Y LA CARNOSIDAD DE LOS CUERPOS

Bella y Esther

Con motivo del centenario del nacimiento del pintor británico Lucian Freud (1922-2011), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y la National Gallery de Londres presentan una retrospectiva dedicada a su figura y su obra. La exposición se inauguró en octubre de 2022 en la National Gallery y en febrero de 2023 en Madrid, con medio centenar de obras que muestran las siete décadas de producción de uno de los artistas europeos más significativos del siglo XX.

La pintura de Freud, incisiva, subversiva y en ocasiones indecorosa, a contracorriente de las tendencias abstractas o conceptuales que se fueron sucediendo a su alrededor, estuvo siempre dedicada a la representación del cuerpo humano y a retratar al hombre contemporáneo. Asiduo visitante a los museos históricos, en su obra se puede rastrear toda una serie de alusiones a los grandes maestros, desde el arte egipcio hasta Ingres, Courbet, Rodin o Cézanne, pasando por Grünewald, Hals, Velázquez, Rembrandt, Daumier, Watteau o Géricault, aunque esa vinculación con el pasado convive con una fuerte voluntad de independencia. Lo que verdaderamente le interesa a Freud es descubrirnos la pintura sobre la pintura, su personal reflexión meta-artística y la “intensificación de la realidad” que siempre quiso alcanzar.

Autorretrato, fragmento

Muchacha con perro blanco

La muestra se divide en varias secciones que, de forma más o menos cronológica, repasan la evolución y la temática del pintor: Llegar a ser Freud, dedicada a sus primeras obras, con una decidida voluntad figurativa frente a las corrientes abstractas dominantes; Primeros retratos, en los que se manifiesta ya su deseo de capturar la esencia de sus modelos; Intimidad, que muestra su predilección por retratar a personajes de su entorno; Poder, retratos de personajes que acepta realizar siempre que acaten sus condiciones de trabajo; El estudio, su espacio de trabajo convertido en protagonista de su obra, y La carne, retratos de desnudos que evidencian una profunda observación del cuerpo humano y de la mortalidad de la carne.

Cabeza de muchacha


La exposición ha sido comisariada por Daniel Herrmann en Londres y por Paloma Alarcó en Madrid, quienes han trabajado de forma conjunta. Exponer el arte de Freud en el contexto de dos museos históricos nos permite mostrar al artista dentro de una línea de continuidad con el pasado. La nueva mirada que propone esta exposición, la primera gran retrospectiva que se organiza desde su muerte en 2011, centra la atención en su permanente compromiso con la esencia de la pintura.

El ayudante de Freud, David Dawson, junto al cuadro inacabado Retrato del Lebrel, en el que posa para el pintor

Doble retrato

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es el único museo español que alberga en su colección obras de Freud, un total de cinco pinturas, todas ellas incluidas en la exposición. Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza fue uno de los primeros coleccionistas privados en interesarse por su obra y mantuvo una especial relación con el pintor, que le retrató en dos ocasiones. Las largas sesiones a las que Freud sometía a sus modelos propiciaron la amistad entre ambos, que se mantuvo a lo largo del tiempo. Además, el cuadro de Watteau Pierrot contento (h. 1712), que aparece como fondo de uno de esos retratos y que pertenece a la propia colección Thyssen, sirvió de inspiración de alguno de sus cuadros.


El cuarto del pintor

La sorpresa ha saltado durante la rueda de prensa cuando Francesca Thyssen, hija del barón, ha tomado la palabra para anunciar que donaba al museo el retrato de su padre pintado por Lucian Freud que forma parte de la exposición y que pasa de este modo a  ser el quinto cuadro realizado  por el pintor propiedad de la hemeroteca. Entre ellos ya existía otro retrato también pintado por Freud y que está igualmente presente en la muestra. Francesca ha comentado con un toque de humor que el cuadro ha estado durante años colgado de las paredes de su casa y que la obra del autor se ha revalorizado tanto que ya no puede permitirse pagar el seguro. 

Hombre en una silla, retrato del Barón Thyssen, cuadro donado por su hija Francesca al Museo

Paseando por las salas de la exposición podemos observar que desde sus primeras obras, el artista muestra ya su personalidad y su forma de pintar, con un trabajo lento y una pincelada meticulosa para las que utiliza pinceles muy finos. Los hieráticos personajes, pintados a base de capas muy trabajadas sobre fondos planos, con atributos en sus manos, revelan una atención a los pintores del Renacimiento del Norte. La frontalidad y la frialdad que transmiten las figuras, como en Muchacha con rosas (1947- 1948), un retrato de Kitty Garman, su primera mujer, es la seña de identidad de estas obras tempranas.

Gran interior Notting Hill

A partir de 1954 Lucian pinta de pie y no sentado como había hecho hasta ese momento, moviéndose alrededor de sus modelos, con una proximidad física que le permitía apreciar los más mínimos detalles. Utiliza pinceles más gruesos y, por influencia de Francis Bacon, su pincelada se vuelve suelta y empastada, pero su forma de trabajar sigue siendo precisa, lenta y pausada, para captar la esencia de sus modelos.

Algunos retratos deliberadamente inacabados permiten ver su ejecución a base de acumulación, empezando por el centro del cuadro, y nos acercan al proceso creativo de su pintura. 

Gran Interior

Freud pintaba siempre del natural y prefería retratar a su entorno más próximo, amantes, amigos y familiares, para poder actuar con mayor libertad. Su habilidad para evocar en sus pinturas una intimidad no erótica, como el cariño, la amistad o el afecto paterno, ha sido escasamente investigada. Esa intimidad queda reflejada sobre todo en sus retratos dobles, como el de su amigo el pintor Michael Andrews y su mujer June (1965-1966), el de sus hijas Bella y Esther (1987-1988) o el de Dos hombres, de la pareja de artistas Angus Cook y Cerith Wyn Evans.

La exposición se cierra con un capítulo que reúne varios retratos de desnudos monumentales en los que contemplamos una profunda observación de la vulnerabilidad del cuerpo y la plasticidad de la carne como pintura.


La vigorosa representación de la carne en el lienzo es quizá el elemento más destacado y repetido en la larga carrera de Lucian Freud. Comienza a pintar desnudos en los años 1960, pero es sobre todo en las últimas décadas cuando sus retratos de Leigh Bowery y Sue Tilley le convirtieron en pionero de la representación de cuerpos no normativos con gruesos empastes, como sedimentos del paso del tiempo.

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