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lunes, 13 de septiembre de 2021

EL MUSEO THYSSEN BORNEMISZA INAUGURA LA EXPOSICIÓN “LA MÁQUINA MAGRITTE”

El gran siglo, 1954

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta la primera retrospectiva en Madrid dedicada al artista belga René Magritte (1898-1967), uno de los máximos representantes del surrealismo, desde la celebrada en 1989 en la Fundación Juan March. El título de la exposición, La máquina Magritte, destaca el componente repetitivo y combinatorio en la obra del pintor, cuyos temas obsesivos vuelven una y otra vez con innumerables variaciones. Su desbordante ingenio dio lugar a un sinfín de composiciones audaces y de imágenes provocativas, capaces de alterar nuestra percepción, cuestionar nuestra realidad preconcebida y suscitar la reflexión.

El sueño, 1945

Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del museo, La máquina Magritte, que podrá visitarse del 14 septiembre de 2021 al 30 de enero de 2022, cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid y reúne más de 90 pinturas procedentes de instituciones, galerías y colecciones particulares de todo el mundo, gracias al apoyo de la Fundación Magritte y de su presidente, Charly Herscovici. La exposición se completa con una selección de fotografías y películas caseras realizadas por el propio artista, que forma parte de una muestra itinerante comisariada por Xavier Canonne, director del Musée de la Photographie de Charleroi, y que se mostrará ahora en una instalación especial, por cortesía de Ludion Publishers. Tras su presentación en Madrid, La máquina Magritte viajará a CaixaForum Barcelona, donde podrá visitarse del 24 de febrero al 5 de junio de 2022, en una nueva colaboración con la Fundación "la Caixa".

Los paseos de Euclides, 1945

En 1950, René Magritte firmaba, con sus amigos Colinet, Mariën, Nougé y Scutenaire, el catálogo de productos de una supuesta sociedad cooperativa, La Manufacture de poésie. Cada mercancía iba marcada con su precio y acompaña- da por una breve descripción de su utilidad: el “reloj en fa”, para colocar sobre la chimenea y neutralizar la noción del tiempo; la “estatuilla del comendador”, útil hipnótico para distraer del asunto principal; la “varita estridente”, para la detección del color azul... Algunos de los gadgets descritos estaban destinados a automatizar el pensamiento o la creación, como el “cuaderno de omnisciencia” –“repertorio combinatorio para operar la recarga permanente de los procesos de ideación”– o el “rollo verbal” que permitiría, “con una maniobra muy fácil, confec- cionar un número incalculable de poemas”. El más caro de estos artefactos, anunciado por un precio de 25.000 francos, era una “máquina universal para hacer cuadros” cuya descripción prometía: “un manejo muy simple, al alcance de todos, permite componer un número prácticamente ilimitado de cuadros pensantes”.

La alta sociedad, 1965 ó 1966

Delirios de grandeza, 1962

La “maquina de pintar”, aparato descrito por los surrealistas belgas y que da lugar al título de la exposición,  está dedicado a generar imágenes conscientes de sí mismas. La máquina Magritte es una máquina metapictórica, una máquina que produce cuadros pensantes, pinturas que reflexionan sobre la propia pintura.

El título de la muestra, La máquina Magritte, quiere señalar el carácter, no sistemático, pero sí metódico de la obra del pintor belga. Las numerosas réplicas y variantes en la obra de Magritte no fueron solo un recurso comercial, sino, como él decía, un modo de “precisar mejor el misterio, de poseerlo mejor”. El propio artista reconocía que su procedimiento central consistía en generar variaciones y combinaciones a partir de un número reducido de motivos.

Tentativa de lo imposible, 1928

La perspectiva amorosa, 1935

Toda la obra de Magritte es una reflexión sobre la pintura misma, reflexión que aborda con la paradoja como herramienta fundamental. Lo que se nos revela en el cuadro, por contraste o por contradicción, no solo es el objeto, sino también su representación, el cuadro mismo. Para lograr este objetivo, Magritte utiliza los recursos clásicos de la metapintura, de la representación de la representación - el cuadro dentro del cuadro, la ventana, el espejo, la figura de espaldas… - que en su obra se convierten en trampas.



 

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