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martes, 9 de febrero de 2021

JAWLENSKY. EL PAISAJE DEL ROSTRO

 

  1. Colina, 1912 

Si vais a realizar una visita a la Fundación MAPFRE hacerlo con tiempo porque junto a la magnífica exposición de Tomoko Yoneda, os vais a encontrar, en la primera planta, con otra gran exposición, esta vez de pintura, la de Aexéi Von Jawlensky.

La programación de exposiciones de Fundación Mapfre ha dedicado desde su inicios una especial atención a los orígenes del arte moderno. Ahora nos muestra la obra de Alexéi Von Jawlensky, uno de los artistas más singulares de la historia del arte situado a medio camino entre el uso vibrante y liberado del color fovista y el dramatismo formal del expresionismo, elementos que confluyen en la experiencia radical de la abstración. 

Pionero en el desarrollo de la autonomía de una pintura que, a comienzos del siglo XX, camina hacia la abstracción, Jawlensky creó una extensa obra basada en series y regresos casi obsesivos, en conexión con el lenguaje musical, un ámbito que inspiró a numerosos artistas de su época. El pintor participó en algunos de los acontecimientos más relevantes del arte del siglo XX; junto a otros amigos artistas como Vasili Kandinski, Gabriele Münter o Marianne von Werefkin, fue uno de los principales protagonistas en la formación del expresionismo alemán, así como uno de los fundadores en 1909 de la Nueva Asociación de Artistas de Múnich [Neue Künstlervereinigung München]; asimismo, se movió en la órbita del colectivo El Jinete Azul [Der Blaue Reiter], aunque se puede considerar que nunca llegó a abrazar de forma plena la abstracción.

  1. Mesa negra, 1901 

Durante sus primeros años, su obra se centra en la representación de naturalezas muertas, paisajes y retratos, en un estilo deudor del postimpresionismo de Cézanne, Van Gogh y Gauguin que irá derivando en un uso cada vez más intenso y autónomo del color desde cierta filiación fovista. Obligado a refugiarse en Suiza durante la Primera Guerra Mundial, el artista da inicio a lo que será su característica forma de trabajo serial, y fija su atención en una misma escena de paisaje, a la que vuelve una y otra vez con gran libertad y sentido de la investigación cromática: se trata de las Variaciones, que cuestionan, a través de su formato vertical, la horizontalidad a la que tradicionalmente se había vinculado este género.
  1. Niña, c. 1909 

Pero es el retrato y, más concretamente, la indagación sobre las facciones humanas hasta sus líneas maestras esenciales lo que de manera más clara singulariza la producción pictórica de Jawlensky. El recorrido que pasa por las «cabezas de preguerra», las Cabezas místicas, las Cabezas geométricas (o Cabezas abstractas) y las Meditaciones pone de manifiesto una pintura en constante tensión entre la plasmación de la imagen del individuo y la reducción del mismo a un arquetipo. Las cabezas de Jawlensky llegan, con el paso de los años, a cancelar todo rasgo de dimensión psicológica. A partir de 1908-1909, el pintor comienza un proceso de despersonalización y reducción a lo esencial, y, si bien en sus retratos todavía se distingue la edad o el sexo del retratado, los títulos de sus obras ya no remiten casi nunca a personas identificables; lo importante es el aspecto plástico del cuadro y no la fidelidad a la representación del modelo.

  1. La lámpara, 1908 

Jawlensky. El paisaje del rostro recorre la trayectoria del pintor ruso desde sus orígenes y los inicios de su carrera en Múnich, pasando por la transformación que experimenta su pintura en Suiza, hasta sus últimos años en la ciudad alemana de Wiesbaden.

  1. Princesa Turandot, 1912 

La selección de obras, que supera el centenar, ofrece un amplio recorrido cronológico por la trayectoria del pintor a través de seis secciones, al tiempo que establece puntualmente un diálogo con piezas de distintos artistas que compartieron inquietudes e intereses con Jawlensky o tuvieron determinada influencia sobre él. Entre estos otros autores se cuentan los franceses Pierre Girieud, Henri-Edmond Cross, André Derain, Henri Matisse o Maurice de Vlaminck, compañeros de viaje durante el período postimpresionista y fovista; la pintora Marianne von Werefkin, compañera de Jawlensky hasta 1921; Gabriele Münter, una de las pocas mujeres asociadas al expresionismo alemán, o Sonia Delaunay, a quien le une el uso vibrante del color.

  1. Cabeza abstracta: Karma, 1933

  1. Gran meditación, 1936 

La exposición podrá visitarse entre el 11 de febrero y el 9 de mayo. La Fundación ofrece visitas guiadas en las que por la actual normativa de prevención sanitaria, cada grupo estará formado por un máximo de 5 visitantes, más el/la guía.

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