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sábado, 4 de mayo de 2024

EL BOTICARIO Y LAS CHULAPAS Y CELOS MAL REPRIMIDOS

Se me hace difícil decir que lo que vimos ayer en el Teatro de la Zarzuela pertenece al Género Chico. El montaje de esa maravillosa zarzuela que es La verbena de la Paloma, subtitulada El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos, dirigido por Nuria Castejón  y el maestro José Miguel Pérez-Sierra al frente de la orquesta, es sencillamente espectacular. 





La verbena de la Paloma’, compuesta por Tomás Bretón y con libreto de Ricardo de la Vega, subió por primera vez al escenario del Teatro de la Zarzuela apenas cuatro años después de su estreno absoluto en el desaparecido Teatro de Apolo el 17 de febrero de 1894. Desde entonces hasta hoy, ha formado parte de la  tradición lírica del templo de la zarzuela, y sin duda del repertorio más conocido y querido por el público. Es por eso, entre otras muchas cuestiones, que toda nueva producción de este título suscita una extraordinaria expectación como la que ha levantado el estreno del montaje que en estos próximos días presentará el Teatro de la Zarzuela con 14 funciones programadas que  irán del 8 al 25 de mayo y cuyas entradas están prácticamente agotadas.



La verbena consta de un solo acto, que era lo común en el teatro por horas, dividido en tres cuadros, siendo una zarzuela prototipo del género chico, de corta duración. En la obra aparecen personajes tan entrañables y recordados como don Hilarión (Antonio Comas), su amigo don Sebastián (Gerardo López), la tía Antonia (Gurutze Beitia), Julían (Borja Quiza), la seña Rita (Milagros Martín), la Susana (Carmen Romeu), la Casta (Ana San Martín),  las chulapas, el sereno, los guardias, el boticario y el tabernero. Todos ellos personajes muy característicos del viejo Madrid del siglo XIX y están interpretados por Rafa Castejón, José Luis Martínez, Nuria Pérez, Alberto Frías, Adrián Quiñones, Ricardo Reguera, Mitxel Santamarina, Ana Goya, Andro Crespo, Albert Díaz y Ramón Grau en el papel de pianista. También cuenta el reparto con la cantadora Sara Salado. Y junto a todos ellos, como es de ley, el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela dirigido por Antonio Fauró.



Una de las novedades más destacadas de esta producción, tal y como explica Nuria Castejón,  es el prólogo cómico-lírico "Adiós, Apolo", escrito por Álvaro Tato, que sirve como un emotivo tributo a los artistas que hicieron del Teatro de Apolo un símbolo del género chico. Este preludio nos sumerge en la nostalgia de aquellos tiempos pasados, recordando la importancia del legado cultural que perdura en cada representación.



La escenografía, diseñada por Nicolás Boni, y la iluminación de Albert Faura, crean un espectáculo visualmente deslumbrante, tal vez algo alejado de lo que fueran los castizos barrios de Madrid pero que complementa a la perfección la música y la actuación en escena. Cada callejón de Madrid, cada taberna y plaza, cobran vida propia, transportando al espectador a un mundo lleno de magia y tradición. El vestuario es de Gabriela Salaverri. 



La trama de "La Verbena de la Paloma" nos transporta a la calurosa noche de la festividad de la Virgen de la Paloma, donde los celos y los enredos amorosos se entrelazan entre los personajes, creando un ambiente cargado de emociones. En esta nueva puesta en escena, cada detalle ha sido cuidadosamente trabajado para transportar al espectador a la atmósfera vibrante y colorida del Madrid del siglo XIX.




Aunque la obra es de sobra conocida por el público amante de la zarzuela, diremos que en el primer cuadro se dibujan los pormenores de lo que se vendrá a desarrollar después.  En una calle madrileña, durante la tórrida noche de la verbena de la Paloma, el boticario don Hilarión conversa con su amigo don Sebastián; en la taberna contigua, mientras el tabernero juega a las cartas con unos mozos, su esposa Rita intenta calmar a Julián, joven cajista, que ha visto a su novia Susana con un desconocido en un carruaje. El paso de un grupo de chulos y chulas, cantando entre ironías y requiebros, reanima los celos de Julián, que se marcha seguido por la señá Rita. Por su parte don Hilarión se dispone a salir de verbena con dos jóvenes hermanas: Casta y Susana, que no es otra que la novia de Julián.




Ricardo de la Vega escribió el libreto de La verbena de la Paloma a partir de un hecho real que escuchó de labios del propio protagonista, un cajista de una revista llamada La Gran Vía con la que el autor solía colaborar; el asunto le pareció interesante y no tuvo más que rodearlo de un ambiente que le fuera propicio y unos personajes que no desentonaran.




Tomás Bretón no fue en un principio el elegido para poner música al libreto de Ricardo de la Vega. Este trabajo se le ofreció a Ruperto Chapí, pero tras un altercado con los empresarios del Teatro Apolo El Imparcial, periódico e la época,  publicó que Chapí no crearía la partitura para La verbena de la Paloma y que su lugar había sido ocupado por el compositor salmantino Tomás Bretón.

Fotografías: © C. Meléndez



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