‘Luces de Bohemia’ llegó a los escenarios por primera vez en en 1963, es decir, veintisiete años después de la muerte de su autor y cuarenta después de su edición definitiva. Y tuvo que hacerlo fuera de España, en el Palais de Chaillot, el Théâtre National Populaire de Jean Vilar, puesto que Valle Inclán había sido silenciado tras la Guerra Civil y no fue hasta el año 1950 cuando Fernán-Gómez lleva al teatro de cámara El yermo de las almas que comienza un lento redescubrimiento del autor en salas de arte y ensayo, grupos universitarios.
Aunque han sido varias las versiones que se han podido ver en los últimos años de la que se considera una de las obras más importantes del autor, quizás la más mítica, probablemente por ser la primera que se dio en territorio nacional, fue la dirigida por José Tamayo, que, tras un estreno en Valencia y una gira por varias ciudades españolas, recaló en el Teatro Bellas Artes de Madrid, un 1 de octubre de 1971. Sí en el estreno inicial el papel de Max Estrella fue desempeñado por un brillante José María Rodero, el desembarco en Madrid llegó de la mano de Carlos Lemos que realizó una adaptación del personaje tan impresionante que le valió el apelativo de ser la mejor de su carrera. Su compañero de fatigas y perro fiel, Don Latino de Híspalis estaba interpretado por Agustín González y entre el elenco figuraban Mary González, Pedro del Río, Julio Monje, Vicente Fuentes, Antonio Soto, María Jesús Sirvent, Margarita Calahorra, Felipe Ruiz de Lara, Narciso Ojeda, José Antonio Correa, Anastasio de la Fuente, Jesús Lanuza, David Matamoros, Julio Ferrio, Santiago Beltrán, Manuel Gallardo, María Álvarez, Merche Duval, Antonio Pérez Bavood, Luis Lasala y Basilio Saulinake.
Ahora el director del Teatro Español, Eduardo Vasco, se atreve con una nueva versión de esta obra trascendental que considera quizás la pieza dramática más bella, más importante de la literatura dramática española del Siglo XX. Uno de los motivos que le ha impulsado a poner en escena la pieza justo en este momento es el de celebrar en este 2024 el centenario de su edición definitiva, ya que si bien parte de la obra había aparecido por entregas en el semanario España durante cuatro meses de 1920, su edición completa en libro, con variaciones decisivas, tal y como la conocemos hoy se publicó en 1924.
La obra narra las últimas horas de la vida de Max Estrella, un «hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales» ya anciano, miserable y ciego que gozó en algún momento de cierto reconocimiento por un Madrid "absurdo, brillante y hambriento", convulsionado por una revuelta social, provocada por la precariedad de las clases obreras, que es reprimida salvajemente tanto por las fuerzas policiales como por una organización civil de mamporreros, de carácter patronal, llamada la Acción ciudadana. En su peregrinaje por un Madrid oscuro, turbio, marginal y sórdido, le acompaña don Latino de Híspalis y le dan la réplica algunos otros personajes de la bohemia madrileña de la época. En sus diálogos se vierten de forma magistral críticas a la cultura oficialista y a la situación social y política de una España condenada a no reconocer a sus próceres. Tras múltiples vicisitudes, la obra acaba con la muerte de Max Estrella y se prolonga con su velatorio. El drama se cierra con un borracho que grita: "¡Cráneo previlegiado!", expresión que se repite a lo largo de la historia y que resume el enfoque esperpéntico de la misma.
A partir de la figura de Max Estrella trasciende la anécdota del fracaso y la muerte de un escritor venido a menos. La obra se convierte en una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en un país deforme, injusto y opresivo, como es la España del 1920, degradada, desconsiderada con el pueblo plano y llena de corrupción. Según palabras de Max Estrella "El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Así pues deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España"
La puesta en escena realizada por Vasco, cuenta con un reparto encabezado por Ginés García Millán en el papel de Max Estrella y Antonio Molero como Don Latino de Híspalis. Junto a los dos protagonistas, completan el reparto Alejandro Sigüenza, Andrea M. Santos, Ángel Solo, César Camino, David Luque, Ernesto Arias, Irene Arcos, Iván López-Ortega, Jesús Barranco, José Luis Alcobendas, José Luis Martínez, José Ramón Arredondo, Juan Carlos Talavera, Juan de Vera, Lara Grube, Luis Espacio, María Isasi, Mariano Llorente, Mario Portillo, Pablo Gómez Pando, Puchi Lagarde, Silvia de Pé y Toni Misó.
La escenografía y el atrezzo, muy acertados en cada escena ha sido realizada por Carolina González y se complementa a la perfección con la iluminación de Miguel Ángel Camacho. El vestuario ha sido diseñado por Lorenzo Caprile. Y la música y los ambientes sonoros son del propio Eduardo Vasco.
Como curiosidad cabe resaltar el hecho de que en estos momentos haya una exposición sobre el esperpento en el Museo Reina Sofía y otra sobre Lorenzo Caprile en la Sala Canal de Isabel II.
El montaje de Eduardo Vasco goza de momentos de gran belleza plástica y todos los miembros del reparto están a la altura de tan esperpéntica representación. Antonio Molero es un magnífico Don Latino y Ginés García Millán cumple con su personaje a la manera en que lo haría el insigne poeta Max Estrella.
La obra estará en escena desde el 17 de octubre hasta el 15 de diciembre y ya tiene vendidas la mayoría de las entradas.
Fotografías de escena: © Javier Naval
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