Giovanni Bodini, Place Clichy, 1874
A partir del 19 de septiembre y
hasta el 12 de enero del próximo año la Fundación Mapfre ofrece por primera vez
en España una exposición monográfica de la obra del pintor Giovanni Boldini
bajo el nombre “Boldini y la pintura española a finales del siglo XIX. El
espíritu de una época”. La muestra pone en contexto las pinturas de Boldini con
las de Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois o Raimundo de Madrazo, entre otros, buscando
reflejar el espíritu de toda una época.
Giovanni Boldini (Ferrara 1842 -
París 1931), fue el más importante y prolífico de los artistas italianos que
viven en París en la segunda mitad del siglo XIX; junto a su obra, se han
reunido también en esta exposición, piezas de algunos de los pintores españoles
que se encontraban en la capital francesa en el mismo período y que mantienen a
través de su creación, un diálogo con la del ferrarés. La influencia de Mariano
Fortuny y las escenas de carácter dieciochesco sobre el trabajo del italiano es
una las conexiones, pero no la única: El gusto por la pintura de género con
escenas amables y anecdóticas; el interés por el discurrir de la ciudad
moderna; el disfrute del paisaje y, sobre todo, las ideas compartidas
sobre la renovación del
género del retrato, son aspectos que hacen que la
pintura de uno y otros caminen de la mano en este cambio de siglo.
Giovanni Boldini, Cléo de Mérode, 1901
Instalado en
París desde 1871, Boldini fue conocido como uno de los
primeros pintores de Montmartre, y a
pesar de coincidir en fechas con el nacimiento del impresionismo, la llegada a París del artista
italiano no cambió su manera de pintar, un estilo único que mantendrá a lo
largo de toda su vida, basado en la intuición del instante y el movimiento con
rápidas pinceladas, pero sin perder nunca de vista la figura y la expresión del
retratado.
Tampoco cambió su manera de
pensar, él se consideraba un profesional que quería vivir dignamente de su
trabajo, lo que le produjo las críticas de ciertos sectores que tacharon su
obra de superficial y mercantilista a pesar de que su punto de vista fue
compartido por muchos otros artistas de su época como los españoles Mariano
Fortuny, Raimundo de Madrazo o Román Ribera, así como con Joaquín Sorolla o
Ignacio Zuloaga, por citar solo algunos.
Giovanni Boldini, Nudo di giovane signora 1890-1900
Giovanni Boldini fue el artista
de la burguesía, de la alta sociedad, tanto en Italia como en Londres o París,
pero también fue el pintor de la decadencia extrema, siempre al servicio del
placer de los sentidos. Y aunque su fama como retratista le proporcionó buenos ingresos
quiso probar suerte con otros temas, y pintó algunos paisajes rurales y
urbanos, en los que muestra la influencia impresionista de Mánet (La plaza
Pigalle, La plaza de Clichy). Después de una breve etapa, volvió de nuevo a su
especialidad, el retrato, en el que se distinguió por la elegancia del trazo y
un sutil empleo del color.
Giovanni Boldini, James Abbott McNeill Whistler, 1897
Boldini también participó en la
creación del “retrato-icono” propio de la Belle Époque, imponiendo en el género
del retrato galante una nueva sensibilidad. Junto con John
Singer Sargent y
James Abbott McNeill Whistler, Giovanni Boldini, Joaquín Sorolla e Ignacio
Zuloaga se convierten en los retratistas más importantes de la Belle Époque,
creadores, en definitiva, de una extensa galería de retratos que nos permite
entender la esencia de un período que llegará a su fin con la Primera Guerra Mundial.
Todos estos autores compartían una misma
idea de renovación del género.
Las pinceladas de Boldini, cada
vez más libres y dinámicas se centran en los retratos, pero también en
naturalezas muertas y en estudios de manos femeninas, como en Pensamientos, o Los rincones
del taller. Pero es sin duda
en el retrato donde el ferrarés destaca por encima de cualquier otro género. Su
obra más cara es un retrato de Martha de Florian, una bella actriz francesa. El
retrato presenta a la joven actriz cuando tenía 24 años de edad y el cuadro
corresponde a 1898. La obra que fue encontrada en un armario a la muerte de una
de las nietas de la actriz, se subastó por la casa de subastas Olivier Choppin Janvry, iniciando con una salida de 300.000 euros y
alcanzó los 2.100.000 euros convirtiéndose así en la obra más cara del artista.
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