REAL
ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO
C/
Alcalá, 13 MADRID
Del
21 de Febrero al 2 de Abril de 2017
Diego Rivera, Baile en
Tehuantepec, 1928
La
exposición Arte latinoamericano. Una mirada a la colección Costantini está
comisariada por la crítica de arte y académica Estrella de Diego y presenta una
selección de trece piezas de los artistas argentinos Lucio Fontana, León
Ferrari, Xul Solar, Víctor Grippo, Lidy Prati, Yente y las fotógrafas Grete
Stern y Annemarie Heinrich, provenientes de la colección personal del
coleccionista y filántropo argentino Eduardo Costantini, fundador y presidente
de MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
Por
primera vez podrá verse en el marco de la colección Costantini la pintura de
Diego Rivera Baile en Tehuantepec (1928), la obra más importante del maestro
mexicano en una colección privada y uno de los lienzos más grandes que pintó el
artista durante su vida. Esta pintura no ha sido expuesta en América Latina
desde hace más de treinta años y en mayo de 2016 fue adquirida por Eduardo
Costantini marcando la cifra récord del arte latinoamericano. Es su primera
presentación en España.
La
exposición está organizada conjuntamente por el Ministerio de Cultura de
Argentina, el MALBA y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Alejandro Xul Solar, Mero, 1923
En
el año 2001 el empresario y filántropo Eduardo Costantini donó más de
doscientas veinte obras de arte latinoamericano, de prestigio internacional,
para fundar el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), un
deslumbrante museo que exhibe a los más importantes artistas modernos y
contemporáneos de América Latina.
Ahora
las colecciones de la Academia y de Costantini establecen un diálogo que
desborda a cada paso el relato y lo hace más complejo, más rico, enfatizando lo
que las une y las separa en un juego de coincidencias y de falsos espejos. En
palabras de Estrella de Diego, comisaria de la exposición: “La colección de
Eduardo Costantini, que llega de visita, delinea el trascurso con ese
entusiasmo infinito que permite a las obras contar la Historia y las historias;
entusiasmo renovado para el cual cada nueva pieza adquirida es el tesoro más
valioso, pues a través de ella es preciso volver a narrar el relato completo,
aprender de las resignificaciones de unas piezas que han estado allí desde muy
pronto. Es la cualidad más sobresaliente de la colección: la voluntad temprana
y decisiva de su propietario por escoger obras especiales y descubrirlas en su
valor antes que el resto de las miradas”.
Lucio Fontana, Concetto
Spaziale, 1962
El
encuentro entre ambas colecciones se ejemplifica bien en el cuadro de Diego
Rivera, Baile en Tehuantepec, pintado en 1928. Próximo a los maestros del Siglo
de Oro español de la Academia, cerca de las pinturas de José de Ribera y Alonso
Cano, el colorido cuadro de Diego Rivera habla del juego de ese Barroco español
que se engalana y se hace exceso al cruzar el Atlántico y acaba por rebosarse
en los muralistas.
Baile
en Tehuantepec es uno de los lienzos más imponentes que Rivera pintó en su
vida. Muestra una escena de baile sandunga, con seis bailarines en indumentaria
de vivos colores y bordados tradicionales. Pintado en la etapa de realismo
social del maestro mexicano, se aparta del interés anterior de Rivera por las
vanguardias europeas para reivindicar a la cultura de México y su identidad
nacional.
León Ferrari, Sin
título, ca. 1962
Se
exhibió por vez primera en el MoMA en 1930 y en 1950 fue presentado en la XXV
Bienal de Venecia. Tras estar fuera de exhibición en América Latina desde hace
más de treinta años, se muestra ahora en Madrid. Fue adquirido por Eduardo
Costantini en mayo de 2016 y marcó el récord del arte latinoamericano.
Costantini se había enamorado del cuadro veinte años antes y había renunciado a
la obra por el precioso Frida Kahlo. Eduardo Costantini lo describe así: “Desde
hace muchos años sueño con esta pintura de Diego Rivera, para mí el artista más
importante en la historia del arte latinoamericano. Tuve que esperar dos
décadas para recuperar esta obra histórica, clave del periodo moderno”.
En
otra sala del museo, cerca de los artistas de los siglos XIX y el XX de la
Academia, Xul Solar, inventor de lenguajes y modos de ver el mundo, propicia un
breve paseo por una pequeña historia del arte en Argentina a partir de un
selecto elenco de obras de la colección Costantini.
Grete Stern, Sueño n. 7, Quién será?, 1949
Desde
tres acuarelas de Xul Solar, hasta una pieza escultórica de Víctor Grippo
–fluctuando entre la ironía y lo poético-, pasando por Concetto spaziale, de
1962, obra de Lucio Fontana, el inventor de la herida en el lienzo y autor de
una propuesta teórica esencial como el Manifiesto Blanco de 1946 –“Color,
sonido, movimiento”-, esta breve historia del arte en Argentina trata de
convocar a algunos de sus protagonistas. Es el caso de Lidy Prati, una de las
fundadoras de la Asociación Arte Concreto-Invención y próxima a la revista
Arturo –artista, diseñadora, crítica de arte, amiga de Max Bill- que en su óleo
delicadísimo de 1951 desvela muchas de las aspiraciones del grupo. Y es también
el caso de otra artista argentina de origen judío, tal vez menos conocida,
Yente, quien para muchos es la primera mujer en el país que empieza a trabajar
con formas abstractas tan tempranamente como finales de la década de 1930. Un
precioso León Ferrari de 1962 –trazo preciosista, escritura de verso-, completa
el paseo en la compañía de dos fotógrafas excepcionales que realizaron su
trabajo en Argentina durante los años 40 y 50 del siglo XX: Annemarie Heinrich
–retratista de las estrellas, rompedora, paisajista- y Grete Stern –Bauhaus y
resistente, fotógrafa de realidades inesperadas-.
Víctor Grippo, Anónimos
(7 piezas), 1998-2001
OTROS DATOS:
Martes
a domingo: 10.00 a 15.00 horas (festivos incluidos). Lunes cerrado
Salas
de la colección permanente del Museo de la Academia: primera planta (Diego
Rivera) y tercera planta (artistas argentinos)
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