Museo Thyssen-Bornemisza
Del 28 de Octubre del 2014 al 25 de Enero del 2015
George Grosz - Escena Callejera
Con motivo del 25° aniversario de la caída del Muro, el
Museo Thyssen-Bornemisza y la Embajada de la República Federal de Alemania rinden
homenaje a la ciudad de Berlín y a sus habitantes con el montaje expositivo Calles y rostros de
Berlín en las colecciones Thyssen-Bornemisza. Paralelamente la Embajada ha
programado unas actividades complementarias en el Goethe-Institut de Madrid, que incluirán
conferencias y proyecciones de películas.
Hasta finales de enero de 2015, una selección de 18 obras
maestras de la colección –algunas de las cuales
no están expuestas
habitualmente- convierte la
ciudad de Berlín
en protagonista
y nos descubre su floreciente panorama artístico durante el primer tercio del
siglo XX.
Lyonel Feininger - Arquitectura II
La rápida transformación de ciudades, como Berlín, en
metrópolis fue uno de los temas que más apasionaron a los pintores de comienzos del siglo XX.
La capital alemana, que vivió un veloz proceso de
industrialización, se convirtió
en imán de
numerosos artistas por su
atmósfera libre y en punto de encuentro de las
vanguardias europeas. La ciudad no pudo reconectar con esta época dorada hasta después de la
caída del Muro en 1989.
Los artistas expresionistas del
momento se trasladaron
a la capital
buscando nuevos
estímulos. Es el caso de Ernst Ludwig Kirchner, miembro
del grupo Die Brücke, que pintó sus célebres escenas callejeras durante los meses
anteriores a la Primera Guerra Mundial, que estalló hace justo 100 años. En estas obras, las
protagonistas, generalmente mujeres, eran el objeto de las miradas masculinas. Otros artistas
afincados en Berlín, como Ludwig Meidner o Lyonel Feininger, se sintieron también
estimulados por las calles en constante metamorfosis y adaptaron en sus obras elementos formales
del cubismo, el futurismo o el orfismo.
George Grosz - Tertulia
Domina
en muchos de estos cuadros un cierto aire apocalíptico, en predicción a lo que
iba a ocurrir. Lo vemos particularmente en la obra de George Grosz, en la que Berlín
se convierte en un lugar deshumanizado que camina hacia la autodestrucción. Pintado
durante la Gran Guerra, Metrópolis es una de sus realizaciones más destacadas; Grosz
muestra en este
cuadro una ciudad poblada por la
muchedumbre atrapada en una vida infernal. Su
estilo “afilado como
un cuchillo” no haría sino agudizarse tras el fin del conflicto
y su aversión
por la sociedad de su tiempo lo transformó en
un pintor comprometido ideológicamente.
Durante los años que siguieron denunció la hipocresía burguesa, y un orden
social que consideraba
injusto, en unas
obras donde el
glamour de las
clases acomodadas se contrapone a lisiados de guerra, huérfanos o
vagabundos.
George Grosz - Plano Tatliniano
“¡Ante todo pinte retratos! De todas formas todo lo que
pintamos nosotros, los alemanes, es retrato”. Este era el
consejo que Otto Dix había recibido del veterano Max Liebermann al comienzo de su carrera. Pasados los primeros años de la posguerra, pintores
como Grosz o
Dix fueron suavizando sus planteamientos revolucionarios
ante el convencimiento de que el arte no podía cambiar la
sociedad. De las pobladas calles y sus conflictos sociales, su interés pasó a representar a los propios berlineses.
Max Beckmann - Quappi con sueter rosa
Hombres y mujeres vestidos a la moda y fumando
cigarrillos; toda la bohemia berlinesa de la República de Weimar ha llegado a nosotros gracias a los retratos
realizados por Dix, Christian Schad o Rudolf Schlichter.
Para inmortalizar a sus contemporáneos los artistas abandonaron el lenguaje expresionista para adoptar un nuevo realismo,
conocido como
Neue Sachlichkeit, es decir Nueva Objetividad.
Pese a que la huella de la experiencia vanguardista nunca desapareció completamente de sus obras, los pintores de entreguerras adoptaron una minuciosa
técnica inspirada en los artistas del pasado, desde los maestros renacentistas italianos, como es el caso de Schad, hasta los alemanes, como en Otto Dix.
Otto Dix - Hugo Erfurth con perro
Para representar al fotógrafo Hugo Erfurth, Dix no solo recurrió a los planteamientos formales y compositivos del género, situando a su amigo tras un denso
cortinaje y acompañado
de su perro, sino que
además recuperó la
tradicional técnica de temple sobre tabla.
Este brillante
e intenso momento
de la cultura
berlinesa terminaría bruscamente en 1933. Un año después del ascenso del
nazismo al poder, Max Beckmann modificó el retrato de Quappi, su bella mujer,
borrando su sonrisa. Otros tiempos habían comenzado.
Ernst Ludwig Kirchner - Calle con buscona de rojo
El
Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, desencadenada por la invasión alemana
de Polonia hace 75 años, dejó un rastro
de muerte y
destrucción que pareció
eliminar los ideales artísticos
de preguerra. Sin
embargo, la caída
del Muro ha devuelto
a Berlín su
carácter de metrópolis
de vanguardia y renovación artística.
Karl Hubbuch - Dobleretrato de Hilde II
No hay comentarios:
Publicar un comentario