Paseo del Prado, 8 MADRID
Del 3 de Noviembre de 2015 al 7 de Febrero de 2016
¿Quién de nosotros no ha
soñado alguna vez con visitar las extensas llanuras del Oeste Americano a lomos
de un pura sangre, mientras encendemos un Marlboro y desde lo alto de la colina vemos deslizarse
una manada de enormes búfalos que a su paso levantan una nube de polvo rojo? Todos
los que nacimos el pasado siglo XX guardamos en la memoria la imagen del Lejano
Oeste, aunque sea una imagen prefabricada y alejada de la realidad. Es aquella
imagen que conocimos a través de las películas, llamadas wésterns, y que curiosamente muchas de ellas
ni siquiera fueron rodadas allí, sino en tierras españolas o italianas. También
es la imagen de los comics del pequeño Rusty y su pastor alemán Rin Tin Tin, o
de las novelas de Marcial Lafuente Estefanía.
“El Lejano Oeste
norteamericano ha sido siempre un territorio mítico en el que la leyenda ha
precedido a la realidad. Las primeras expediciones españolas, desde México y
Florida, iban en busca de la fuente de la eterna juventud o de quiméricas
riquezas, y la expansión hacia el Oeste de las colonias británicas, antes y
después de su independencia, fue espoleada por relatos que describían tierras
paradisíacas y aventuras extraordinarias, junto con una idea mesiánica que
otorgaba al pueblo estadounidense un destino manifiesto. Esos sueños tuvieron
efectos perversos. A lo largo de cinco siglos se produjo una profunda y
dramática transformación cultural que acabó con muchas de las tribus indias y
que redujo a las reservas a los que sobrevivieron. El paisaje fue sometido a
mutaciones radicales, a través de las actividades agrícolas y ganaderas de los
colonos y de la fundación de pueblos y ciudades, y la fauna sufrió la
depredación de cazadores y tramperos.
En el Oeste se produjo una
violenta colisión de paraísos. La tierra trascendental de los indios,
atravesada por los espíritus, era incompatible con la tierra prometida de los
blancos. La guerra, la enfermedad y el hambre destruyeron una forma de vida.
Pero no se consiguió borrar la imagen del Oeste como edén en el que el nativo
americano había vivido en armonía con la naturaleza.
El Museo Thyssen-Bornemisza
presenta una exposición que propone, por primera vez en España, seguir los
pasos de los artistas que en el siglo XIX se adentraron en los territorios del
Oeste norteamericano, asumiendo el reto de mostrar sus paisajes, desconocidos y
exóticos, y de representar las formas de vida de los indios americanos que
desaparecían ante sus ojos por efecto de un programa ideológico, político,
militar y colonizador. Estos artistas contribuyeron a crear desde muy pronto
una “ilusión” del Lejano Oeste, combinando el entusiasmo romántico y la
admiración genuina con los tópicos, prejuicios y expectativas que enturbiaban
la mirada del hombre blanco; una imagen que en adelante se convertiría en el
mito del indio salvaje, viviendo en las praderas en comunión con la naturaleza,
muy alejado de la visión que el cine popularizaría años más tarde y que estuvo
centrada en mostrar el punto de vista de los ocupantes y las fatigas y peligros
a los que tuvieron que enfrentarse.
A través de una selección de
pinturas y fotografías de artistas como Karl Bodmer, George Catlin, Henry
Lewis, Albert Bierstadt, Edward S. Curtis o Carleton E. Watkins, entre otros,
la exposición presenta este apasionante capítulo, poco conocido aquí, de la
historia del arte. Algunos de los lienzos pertenecen a la propia colección
permanente del Museo, la única en España con obra de estos pintores, reflejo de
la pasión del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza por las narraciones
literarias, cinematográficas y artísticas sobre el Oeste, y que fue el primer
coleccionista europeo que apostó por los artistas americanos del siglo XIX que
se adentraron en los territorios del Oeste norteamericano y mostraron sus
paisajes. También su esposa Carmen Thyssen, quien anteriormente estuvo casada
con el actor estadounidense Lex Barker, el cual participó en varias películas
del oeste, coleccionó obras de arte, amuletos y otros objetos pertenecientes a este capítulo
de la Historia del arte.
Con más de doscientas
piezas, entre cuadros, fotografías, cartografía, esculturas y una enorme cabeza
de bisonte que preside la sala principal, se pueden ver también carteles de míticas
películas como “Soldado Azul”, “Fort Apache” o “Río Grande”. Y Cerrando la
exposición, se presenta una selección de 13 libros-caja, relacionados con el
Oeste americano, que forman parte de la Biblioteca del Bosque, de Miguel Ángel
Blanco, artista y comisario de la muestra. Esta colección fue Iniciada en 1985
y está compuesta en la actualidad por 1.148 libros-caja. La biblioteca es un
proyecto escultórico vital que recrea paisajes, experiencias y visiones,
expresados en dibujos, imágenes y composiciones con elementos o materiales de
la naturaleza. El artista ha realizado además una instalación con cráneos de
animales simbólicos para los indios y una intervención sonora que evoca el
galope de las manadas de búfalos.
Al terminar la visita los
más nostálgicos pueden pasar por la tienda de regalos, donde encontrarán desde una
típica tienda tippy, al sombrero del sheriff, el penacho de plumas de un jefe
sioux o comanche, atrapasueños o cajas del “Fuerte Comansi” que les permitirán
volver a sentirse niños jugando a indios y vaqueros. Y por supuesto una serie
de libros que ilustran el tema, incluido el catálogo de la exposición.
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