Aragó 255 BARCELONA
Del 27 de Febrero al 31 de Mayo 2015
Centrándonos en las
elaboraciones de Lassnig sobre el autorretrato y la exploración corporal de sus
relaciones con el animal y la máquina, la exposición en la Fundació Antoni
Tàpies presenta obras desde 1942 hasta sus últimos años.
La principal preocupación de
Lassnig fue el auto-cuestionamiento implacable al que ella misma se sometió a
lo largo de su vida; ella pintó, escribió, dibujó y grabó. La exposición
recoge, en estos diversos gestos, las reflexiones sobre su trabajo. Ella ve a
través de su cuerpo.
A lo largo de una notable
carrera, que se extendió durante más de siete décadas (desde finales de la
década de 1940 en la Academia de Bellas Artes de Viena, una ciudad en la que
enseñó en la década de 1980, hasta la escena del arte de París de las décadas
de 1950 y 1960, y la de Nueva York de la década de 1970), continuó creando
obras de arte que exploran su propio cuerpo de una manera a la vez sensible y
vulnerable. Centrándonos en las elaboraciones de Lassnig sobre el autorretrato y
la exploración corporal de sus relaciones con el animal y la máquina, la
exposición en la Fundació Antoni Tàpies presenta obras desde 1942 hasta sus
últimos años. Está inspirada en parte en la exposición Der Ort der Bilder / The
Location of Pictures [1] acaecida en la Neue Galerie Graz. Universalmuseum
Joanneum, Graz. Una retrospectiva de las obras que llegaron sobre todo desde el
estudio de la artista, algunas de las cuales se habían guardado por su
importancia personal.
La exposición de la Fundació
Antoni Tàpies deja de lado los períodos de los “ismos”, como los llamaba Maria
Lassnig [2] —surrealismo, tachismo, informalismo, y las influencias alemanas y
parisinas de sus años formativos—, para centrarse en el trabajo creado a partir
de la década de 1970 y durante su estancia en Nueva York, cuando el concepto de
“conciencia corporal” llegó a su máxima expresión, acompañado de sus escritos y
películas de animación. Maria Lassnig escribió: “solo me tengo que proteger
parcialmente del mundo exterior, es decir, que si me siento delante de una mesa
con manzanas, la veo realmente y la pinto, solo intervengo como una especie de
tenazas de hierro que penetran en la mesa óptica como omóplatos emocionales.”
La principal preocupación de
Lassnig fue el auto-cuestionamiento implacable al que ella misma se sometió a
lo largo de su vida; ella pintó, escribió, dibujó y grabó. La exposición
recoge, en estos diversos gestos, las reflexiones sobre su trabajo. Ella ve a
través de su cuerpo. De manera incesante expuso varias veces las mismas
preguntas y representó las tensiones entre el interior (de su cuerpo, su
trabajo) y el exterior (lo que vio, la forma en que se ve). Ella misma se situó
dentro del “eterno conflicto de mis cuadros de sensaciones corporales: entre
las sensaciones de presión, calor, tensión y las derivadas de los fenómenos
ópticos observados a través de los párpados (en general las utilizo
simultáneamente)” [4]. La importancia del dibujo y de las acuarelas, que ella
misma llama “investigaciones de la imaginación” o impresiones de sensaciones
corporales, no pasa inadvertida. “El dibujo”, escribió, “es la cosa más cercana
a la idea” [5], la captura del potencial del momento. Se exponen cuarenta y
cinco pinturas, la mayoría de ellas provenientes del estudio de la artista, así
como una selección de acuarelas y vídeos, además de cartas, fotos, dibujos,
escritos y materiales de sus archivos personales y de trabajo.
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