La antesala. Equipo Crónica
Desde que el Museo Real se abrió
el 19 de noviembre de 1819 con fondos procedentes de las colecciones reales,
esta institución se ha convertido en uno de los principales depositarios de la
memoria pictórica occidental, en punto de referencia fundamental de la cultura
española y en un objeto de orgullo colectivo. Doscientos años después de su
fundación, el Museo del Prado reflexiona sobre todo ello y lo comparte con sus
visitantes en un formato expositivo que durante casi cuatro meses convertirá
sus salas A y B en un rico centro de interpretación de su desarrollo y
significancia histórica.
María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado. Bernardo López Piquer
Comisariada por Javier Portús,
Jefe de Conservación de Pintura Española (hasta 1700) del Prado y en sus
propias palabras, la muestra “propone un recorrido cronológico por el devenir
del museo, que es un criterio que permite subrayar lo que tiene de institución
viva y especialmente permeable a los vaivenes históricos del país. Entre los
hechos que se han tomado como puntos de referencia principales a la hora de
hilvanar esa historia figuran la conciencia patrimonial española, la forma como
se ha ido resolviendo el diálogo de la institución con su público y la
sociedad, el reflejo que han tenido en el museo algunos momentos críticos de
estos dos siglos de historia nacional, los criterios por los que se ha guiado
el enriquecimiento de sus colecciones y la política expositiva, el desarrollo
de la historia del arte como disciplina humanística, el impacto que han tenido
el museo y sus colecciones sobre el arte y los artistas de los siglos XIX y XX
o los contenidos simbólicos que se han ido asociando a la institución”.
Alice in the Mirror. William M. Chase
Así, el recorrido cronológico se
articula en ocho etapas a través de las que se muestra cómo la institución ha
desarrollado una personalidad propia, que a su vez ha sido reflejo del devenir
histórico del país. Entre los temas tratados destaca, por su relevancia
artística, el de la importancia que ha tenido el museo como espacio de
reflexión e inspiración para sucesivas generaciones de artistas nacionales e
internacionales, que se encuentra representado con obras de Renoir, Manet,
Chase, Sargent, Arikha o Pollock, entre los artistas foráneos, y de Rosales,
Saura y, muy singularmente, Picasso, entre los nacionales. El recorrido ilustra
también, sirviéndose de todo tipo de documentos y obras de arte representativas
en cada caso, los avatares institucionales del Prado; la manera como han ido
creciendo sus colecciones, y la variedad de fórmulas que se han empleado para
ello; los criterios de organización y exposición de la colección; la forma como
ha ido asumiendo la promoción de los estudios histórico-artísticos; y las
formas a través de las cuales ha ido plasmando su vocación pedagógica, y se ha
expresado su relación con la sociedad.
En la galería de Dresde. Karl Louis Preusser
La exposición cuenta con un total
de 168 obras originales, de las que 134 forman parte de las colecciones propias
y las 34 restantes se reciben en préstamo desde distintas instituciones
nacionales e internacionales - EEUU, Francia, Hungría, Reino Unido, Israel,
Alemania y Rusia- para crear un contexto que ayude a entender el Museo del
Prado en relación con tendencias generales de la política patrimonial europea y
mostrar algunos de los términos del diálogo que han mantenido los artistas
contemporáneos con la institución.
Bodegón con ramo de flores. Pierre-August Renoir
Para completar la exposición se
ha creado un catálogo con dos partes diferenciadas. Un completo y sugestivo
ensayo firmado por el comisario, Javier Portús, aborda los mismos temas que
aparecen en la exposición y en un orden similar, utilizando como material de
base para ilustrarlo las piezas que se exponen. A continuación se suceden
cuatro estudios que examinan cuestiones más precisas: Pierre Géal revisa los
antecedentes del museo, María de los Santos García Felguera estudia la política
de adquisiciones, Pedro J. Martínez Plaza se detiene en las donaciones y
legados, y María Dolores Jiménez-Blanco analiza las relaciones entre el Prado y
la política española en estos doscientos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario