Cortés. Retrato acrílico Francisco González. 2004-2007. Colección particular.
Espacio Fundación Telefónica y la
Fundación Unicaja presentan la exposición “Cortés. Retrato y estructura”, la
obra de uno de los grandes retratistas españoles del siglo XX. La muestra,
verdadero “registro” del mundo contemporáneo, reúne cerca de ciento treinta
piezas del pintor gaditano Hernán Cortés Moreno y podrá verse en la planta 4ª
hasta el 10 de octubre de 2018. A
finales de ese mes viajará a la sede de Fundación Unicaja en Cádiz.
Esta es la era de la imagen, qué
duda cabe. Y, si somos más precisos, lo es de la imagen digital. Al segundo, millones de imágenes aparecen y
se diseminan por las entrañas de internet, destinadas a permanecer en la nube
pero condenadas al olvido por saturación. ¿Qué lugar ocupa en este mundo una
imagen pintada, creada concienzudamente y destinada a sobrevivir como un objeto material? La
exposición Cortés. Retrato y estructuras pretende ofrecer una respuesta a esta cuestión.
La retrospectiva refleja el
principal interés artístico del autor: el individuo. Porque un retrato no se
detiene solo en la superficie de una persona. El género, por definición, lidia
con el problema de la identidad, de qué nos distingue del resto de seres
humanos. En este sentido, no es importante solo nuestro aspecto exterior, si no
también nuestro carácter y nuestros deseos y anhelos. En este sentido, sus retratos
constituyen un registro del mundo contemporáneo, una instantánea del mundo
actual que abarca una extensa galería de destacados personajes nacionales e
internacionales.
Dámaso Alonso, 1984, Hernán Cortés
Según la comisaria de la muestra,
Lola Jiménez-Blanco, la obra de Cortés está definida por su contemporaneidad.
Sus personajes están pintados en una atmósfera actual dominada por el espacio
vacío y por el contraste de la horizontalidad y verticalidad de sus formas.
Jiménez-Blanco explica que Cortés parte del estudio detenido de la personalidad
del retratado, acercándolo a la abstracción en su concepción espacial.
Para Cortés, la presencia del
espacio vacío en su obra es una manera de renovar el retrato pictórico, así
como la idea de estructura ortogonal, por influencia de los espacios urbanos y
naturales de su Cádiz natal. Cortés prolonga la vida del retrato pintado
clásico y reivindica su pervivencia en la pintura contemporánea.
Frances Lannon, 2011, Hernán Cortés
De la Generación del 27 a las Cortes democráticas
Cortés ha llevado a cabo un
registro paralelo de la vida española –y no solo española– de las últimas
décadas. De hecho, algunos de los personajes que pinta Cortés, conocido como
retratista de la vida parlamentaria, han ocupado destacadas posiciones en la
vida cultural, política, económica o social del país y muchos de sus retratos
se encuentran en la sede de importantes instituciones, bancos, empresas o
universidades.
Cortés cultiva el retrato desde
la década de los años ochenta: Rafael Alberti (1983), Jorge Guillén (1983) o
Dámaso Alonso (1984) son obras fundamentales de sus comienzos. Junto a ellos
destacan personajes de su entorno, como Carlos Solís (1983) y Carmen Bustamante
(1985). En estos retratos la geometría se hace compatible con el reto principal
del retrato: el del parecido. También la geometría se hace visible en la
concepción espacial de sus retratos: unas veces mediante la inclusión de una
línea de horizonte, otras mediante sillones de diseño contemporáneo que los
acerca al mundo de hoy.
A comienzos del siglo XXI, Cortés
recibe dos encargos respectivamente del Senado y del Congreso de los Diputados.
Fruto de estos encargos son dos series de retratos que se han convertido en
imagen inseparable de la vida parlamentaria española.
Frances Lannon, 2011, Hernán Cortés
Hernán Cortés Moreno (Cádiz,1953)
se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde reside
desde 1972. Es académico de número de la Real Academia Hispano Americana, la de
Bellas Artes de Cádiz, miembro del Real Patronato del Museo del Prado y
académico de número electo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Su obra supone una renovación dentro del género del retrato –tanto el
institucional como el privado-, añadiendo influencias procedentes del realismo
contemporáneo, de la pintura abstracta, el arte pop, el cómic o el plano
cinematográfico y un profundo conocimiento de la pintura del pasado. Así lo
demuestran sus retratos de poetas de la generación del 27 y los realizados para
el Congreso y Senado con motivo del XXX aniversario de las primeras elecciones
democráticas.
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