Paseo del Prado, 8 MADRID
Evelio Acevedo (Director Gerente del Museo) y Peter Tempel (Embajador Alemán)
Para celebrar el 500 aniversario
de la publicación de las 95 tesis que Martín Lutero clavó en la iglesia del
castillo de Wittenberg como protesta contra el Papa y la Iglesia católica y que acabó
convirtiéndose en la mayor Reforma dentro del seno de la Iglesia y de la sociedad
europea del siglo XVI, el Museo Thyssen Bornemisza, en colaboración con la Embajada Alemana y la
Fundación Goethe presenta un recorrido por algunas de las obras más
emblemáticas de artistas como Lucas Cranach, Alberto Durero, Nicolas Maes o
Zurbarán, obras que pertenecen a la colección permanente del Museo y que se
encuentran distribuidas por varias salas.
La creación de este itinerario ha
sido posible gracias a la Embajada de la República Federal de Alemania en
España y a la Fundación Goethe, que con su inestimable apoyo están contribuyendo
a difundir una de las colecciones de arte alemán más importantes fuera del país
germano. Entre los éxitos de la cooperación entre la Embajada y el Museo se
encuentra la restauración en 2013/2014 de Hércules en la corte de Onfalia del
pintor Hans Cranach, que trabajó precisamente en el taller que más difundió la
religión protestante.
Uno de los motivos más populares
en la Alemania de Lutero fue la imagen de santa Ana acompañada por su hija, la
Virgen María, y el Niño Jesús. En esta tabla también se representa de forma
minúscula al abad que hizo el encargo para un tríptico en el monasterio de
Obermarchtal.
Santa Ana fue una figura clave
para Lutero desde que en 1505 le
prometió que se haría fraile si sobrevivía a una tormenta. Dos semanas más
tarde ingresó en un monasterio de Erfurt, estudió Teología y, solo unos años
después, comenzó a hacerse las primeras preguntas que culminarían en la
redacción de sus tesis contra la compra del perdón a través de las indulgencias
con cuya venta fue financiada en parte la construcción de la basílica de San
Pedro.
Otra de las obras que incluye el
recorrido es el retrato del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Este
retrato fue realizado por el mayor divulgador de la Reforma, Lucas Cranach el
Viejo. Al igual que otros artistas alemanes, Cranach quería que sus retratos
reflejaran espiritualidad e individualidad, por lo que enfatizó el labio
inferior caído y el mentón prominente del emperador.
“Jesús entre los doctores”, obra de
Alberto Durero realizada en el año 1506, muestra el talento del autor para desarrollar
nuevas formas de representación, ya que nadie antes había pintado el episodio en
el templo desde el supuesto acoso al que los doctores de la ley sometieron al
joven Jesús. Una curiosidad de este óleo es que en el papel que sobresale del
libro puede verse la fecha y el anagrama del autor. Durero fue el mayor representante del
Renacimiento en el norte de Europa y uno de los primeros aliados de la Reforma
que, sin embargo, inició su propia reforma artística mucho antes de que Lutero
comenzara a protestar contra la política de la Santa Sede.
Entre las obras expuestas se
incluye también 'Bodegón con cuenco chino, copa nautilo y otros objetos'
(1662), de Willem Kalf, que es uno de los ejemplos de cómo en el norte de
Europa emergieron corrientes iconoclastas que promulgaban el fin del mecenazgo
de imágenes religiosas, lo que originó el desarrollo de géneros que hasta
entonces eran considerados menores, como el paisaje, el retrato y, sobre todo,
las naturalezas muertas. Además la técnica del bodegón se utilizó para exhibir
el poder colonialista de éstos países.
A diferencia de los católicos, que
recurren a la Virgen como icono de maternidad, los artistas protestantes
optaron por el hogar para representar la ejemplaridad y el rol de la mujer en
la familia. Un comentario frecuente entre los habitantes del sur de Europa es
la ausencia de persianas en este tipo de escenas. La explicación más obvia es
la leve intensidad del sol en estas regiones, pero también la transparencia
asociada a la Reforma: si se es moral, no hay nada que esconder. Todo ello se
representa en el óleo sobre lienzo de
Nicolaes Maes 'El tamborilero desobediente'.
A diferencia de los católicos, que
recurren a la Virgen como icono de maternidad, los artistas protestantes
optaron por el hogar para representar la ejemplaridad y el rol de la mujer en
la familia. Un comentario frecuente entre los habitantes del sur de Europa es
la ausencia de persianas en este tipo de escenas. La explicación más obvia es
la leve intensidad del sol en estas regiones, pero también la transparencia
asociada a la Reforma: si se es moral, no hay nada que esconder. Todo ello se
representa en el óleo sobre lienzo de
Nicolaes Maes 'El tamborilero desobediente'.
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