Paseo del Prado, 8 MADRID
Del 30 de Noviembre de 2016 al 26 de Febrero de 2017
El Museo Thyssen-Bornemisza
presenta Bulgari y Roma, una exposición sobre cómo la arquitectura y el arte de
la Roma antigua y moderna han servido de inspiración a los diseñadores de la
firma italiana de joyería a lo largo de su historia. Fundada en Roma en 1884,
Bulgari ha incorporado desde sus orígenes los rasgos más característicos de la
ciudad como hilo conductor, simbólico y artístico de sus creaciones. El
Coliseo, la plaza de San Pedro, la escalinata de la plaza de España, las
fuentes de Piazza Navona o el Panteón han dado forma durante décadas
a collares, pulseras,
pendientes y broches realizados
en oro o
platino y piedras preciosas de
múltiples colores: gemas en talla cabujón que recrean las características
cúpulas del paisaje romano, diseños geométricos reflejo de las líneas puras de
las ruinas o el brillo del oro que recuerda a las volutas del Barroco son
algunos de los detalles que revelan el homenaje de Bulgari a la Ciudad Eterna.
Para poner de manifiesto
esta estrecha vinculación, la muestra reúne más de 140 piezas de joyería de la
Colección Heritage de Bulgari -entre las que se encuentran piezas que
pertenecieron a Elizabeth Taylor y a Anna Magnani- y de algunas colecciones
particulares, como la de la Baronesa
Thyssen, junto a una treintena de pinturas, dibujos, esculturas y fotografías
de diversos artistas europeos que han inmortalizado la ciudad de Roma en su
obra, como Canaletto, Gaspar van Wittel, Ippolito Caffi o Arthur John Strutt.
Estas obras proceden en su mayoría del Museo de Roma (Palazzo Braschi), pero
también de la Galería Borghese, de los Museos Capitolinos y de las colecciones
del Banco Intesa San Paolo y del Círculo de la Caza.
Con un cuidado montaje que
incluye elementos interactivos, Bulgari y Roma permite además realizar un viaje
por los más de 130 años de historia de la firma, desde los adornos y accesorios
realizados artesanalmente en plata a finales del siglo XIX por su fundador,
Sotirio Bulgari, o las piezas de platino y diamantes de las décadas de 1920 y
1930 que seguían todavía las pautas de la joyería francesa, hasta las
creaciones más actuales, incluyendo joyas espectaculares de las colecciones
icónicas de la casa, como son Serpenti, Monete, Parentesi o Bulgari Bulgari.
Todo ello permite definir los volúmenes redondeados, la utilización de colores
poco convencionales o la predilección por el oro amarillo en determinadas
décadas, como algunos de los rasgos más característicos de su estilo.
Capturar
la eternidad: Roma en el diseño de Bulgari
Con sus impresionantes
vestigios del Imperio Romano, sus amplias plazas, su imponente arquitectura
barroca con sus innumerables fuentes y sus magníficas basílicas, la ciudad de
Roma ha sido fuente de inspiración para artistas e
intelectuales de todos
los tiempos. Las creaciones de Bulgari, en
palabras del nieto
de su fundador, Paolo Bulgari, “son
un recorrido por las obras maestras italianas en las que se inspiran”.
Un recorrido que empieza por
uno de los monumentos más
emblemáticos de la
ciudad, retratado por numerosos artistas y cuya inconfundible
forma ovalada acabará convirtiéndose en una de las señas de identidad del diseño
Bulgari: el Coliseo.
Lo vemos ya
en un brazalete de 1934 que
combina diamantes con piedras de un solo color, el rojo de los rubíes. Se trata
de una joya que mantiene el
estilo geométrico y
art déco predominante en las
primeras décadas del siglo XX, pero que muestra un uso temprano de la talla
cabujón, que confiere a la piedra una forma redondeada; una técnica
revolucionaria en aquel momento, que iría posteriormente desarrollándose hasta
convertirse en la principal y más apreciada del estilo Bulgari.
La elíptica fue también una
de las formas predilectas de los grandes arquitectos del Barroco italiano para
dar movimiento a construcciones y espacios urbanos, desplazando progresivamente
a la clásica forma circular. La columnata y la plaza de San Pedro, diseñadas
por Bernini como un inmenso lugar de acogida en el que las columnas envolvían y
guiaban a los peregrinos hasta la iglesia, dio origen a una serie de broches en
la década de 1930, todavía de influencia art déco pero con piedras redondeadas
que realzan su diseño arquitectónico.
Más tarde, en las décadas de 1970 y 1980, la firma volvió a emplear el óvalo en piezas realizadas en oro combinado con
diversas piedras preciosas.
Un anillo en platino con
perlas naturales y diamantes de 1963
recrea el inconfundible perfil
de las iglesias gemelas de la Piazza del Popolo,
diseño igualmente de Bernini,
cuya imagen era una las primeras que contemplaban los
mandatarios y peregrinos que accedían a Roma a través de la emblemática plaza.
La confluencia en este punto de la Vía del Corso, la más antigua de la ciudad,
Vía Ripetta, que conduce hacia la basílica de San Pedro,
y la Vía
del Babuino, hacia Santa María la Mayor, configura un
entramado de calles conocido como el Tridente por su característica forma en
abanico adentrándose en la ciudad; un peculiar diseño que reproduce el collar
convertible en broche, realizado en 1955 en oro y platino con tres filas de
rubíes y un delicado lazo de diamantes.
Otra de las más emblemáticas
plazas de Roma es, sin duda, la Piazza Navona. Ubicada en el antiguo
emplazamiento del estadio de Domiciano
(siglo I d.C.), la belleza barroca de este espacio se
reproduce en la
forma alargada de un broche
de 1934, en el que destacan tres diamantes de grandes dimensiones, con una
disposición similar a las famosas fuentes que adornan la plaza: la de los
Cuatro Ríos en el centro, diseñada por Bernini, flanqueada a ambos lados por
las fuentes del Moro y de Neptuno.
Gian Lorenzo
Bernini fue también
el primero en proponer un diseño cóncavo y convexo para
la pared de la doble escalinata de la plaza de España, aunque el proyecto final
lo llevaría a cabo más adelante otro arquitecto. Las líneas curvas de esta
famosa escalera, recientemente
restaurada gracias al
patrocinio de Bulgari, inspiraron
la creación en 1938 de un collar de platino y diamantes que puede transformarse
en dos pulseras, dos broches
alargados y otros
dos más pequeños, típico ejemplo
de la joyería convertible de la década de 1930. En 2016, una nueva joya recoge
la inspiración de la escalinata: un collar en oro con esmeraldas, rubíes,
zafiros y diamantes que evocan las azaleas que la decoran en primavera.
El puente de Sant’Angelo fue
durante varios siglos el único enlace entre las dos orillas del Tíber. Lo mandó
construir el emperador Adriano para unir el Campo de Marte con su mausoleo,
convertido posteriormente en dependencias papales y en prisión, y hoy conocido
como el castillo de Sant’Angelo. En el siglo XVII Bernini diseñó las diez
figuras de ángeles que adornan los paramentos del puente, esculturas que
inspiraron el diseño en 1938 de una pareja de pendientes de platino y
diamantes. Del mismo modo, la forma
pentagonal del Castillo
se recrea en
un suntuoso collar
de 1991, con
las gemas dispuestas simétricamente sobre
una base de
oro y con
elementos distintivos del
estilo Bulgari, como su llamativa combinación de colores y el uso creativo
de las piedras preciosas para adaptarlas al diseño de la pieza, con partes
redondeadas y otras angulares.
Desde la antigua Roma hasta
el Barroco, la forma octogonal está presente en numerosos monumentos romanos,
sobre todo en los artesonados de los palazzi. El interés de Bulgari por las
formas geométricas convirtió al octógono en el marco ideal para los colgantes
de grandes dimensiones de la década de 1970, normalmente iluminados por una
gran gema central, que podían lucirse de forma independiente como broches o
junto a collares de largas cadenas. Un magnífico ejemplo es el collar de
platino con zafiros y diamantes que perteneció a Elizabeth Taylor, regalo de
Richard Burton en 1972 por su 40 cumpleaños. Por su parte, la decoración de la
espectacular cúpula del Panteón ha inspirado la creación de varias piezas, como
un collar en oro y diamantes de 1992 que recuerda esta característica
geometría, con sus filas de diamantes en talla baguette.
Una serie de broches de
finales de la década de 1980, con un patrón concéntrico en varios colores, rinde
homenaje a la ingeniosa
simetría del templo
de Venus y
Roma, mandado construir y
diseñado por el emperador Adriano, con dos ábsides contrapuestos que comparten
la misma
pared donde se
situaban las estatuas
de Venus Felix
y Roma Aeterna.
Una arquitectura que sigue el modelo del juego de palabras AMOR – ROMA:
la misma palabra leída en sentidos opuestos que, al igual que el templo,
permitía adorar en una dirección al amor (Venus) y a Roma en la opuesta.
Tras la conquista de Egipto,
los emperadores romanos llevaron a la ciudad algunos de sus obeliscos como
demostración de la superioridad de su civilización sobre el pueblo egipcio. Los
jeroglíficos que los decoran han inspirado el diseño de collares desde la
década de 1970, con incrustaciones
realizadas en nácar
o cornalina. Otros
collares y brazaletes,
en los que se
entremezclan piedras preciosas
de diversos colores
y tamaños, recrean la característica disposición de piedras de distintas
formas y medidas con las que los romanos construyeron sus carreteras, como la
famosa Vía Apia. Entre ellos, un collar en oro con amatistas, peridotitas, aguamarinas y
diamantes de 2003;
una pulsera de oro amarillo
con topacios, amatistas, cuarzos, peridotitas y turmalinas
de 2013, y otro collar en oro con zafiros azules y amarillos, perlas cultivadas
y diamantes realizado en 1988.
La inmensa estrella circular
que decora el pavimento de la plaza del Campidoglio se finalizó en 1940, a
pesar de tratarse de un proyecto original de Miguel Ángel que empezó a
construirse en el siglo XVI. Este característico diseño se reinterpretó en 1955
en una pareja de broches de platino, rubíes y diamantes que pertenecieron a
Anna Magnani, quien solía lucirlos junto con los pendientes “Tridente”,
reafirmando de esta manera sus raíces romanas.
Bulgari,
de joyería a imperio
Descendiente de una familia
griega de orfebres, Sotirio Bulgari, fundador de la firma, viajó a Italia a
finales del siglo XIX y ya en 1884 abrió su primera tienda en Roma. En 1905
inauguró la actual sede de la casa, en el número 10 de Via Condotti, donde años
después terminó por concentrar toda su actividad. De sus seis hijos, Giorgio y
Constantino fueron los que más se involucraron en el negocio, haciéndose cargo
de él tras su fallecimiento, en 1932. Dos años más tarde
reinauguraron la tienda tras
una gran reforma y cambiaron definitivamente el nombre a
BVLGARI, en mayúsculas y con la tipografía de las inscripciones de la antigua
Roma. Los dos hermanos optaron entonces por alejarse de la escuela francesa de
joyería - predominante en aquella
época y caracterizada
por el uso
del platino y
los diamantes dispuestos en
diseños geométricos- y comenzaron a unir los diamantes con piedras preciosas de
distintos colores y de talla cabujón, toda una revolución en el diseño de
joyas.
El período
de posguerra supuso
un resurgir comercial
que favoreció la experimentación estilística de Bulgari, sobre todo en
cuanto al uso del color, y en los años cincuenta comenzaron a introducirse combinaciones
cromáticas sin precedente,
que serían cada vez más atrevidas en las décadas posteriores. Con el
auge de la dolce vita romana, la firma se dio a conocer entre actrices y protagonistas
de la jet set italiana e internacional, lo que llevó el nombre de la marca por
todo el mundo. Cuando fallecieron
Giorgio y Constantino en
1966 y 1973 respectivamente, los
hijos de Giorgio,
Paolo y Nicola,
ya formaban parte de la empresa y dirigían activamente el negocio y su
producción creativa. La década de 1970 significó la primera fase de la
expansión internacional de la casa, con la apertura de tiendas en Nueva York,
Ginebra, París y Montecarlo. En 2011, Bulgari se unió al grupo de lujo LVMH
(Louis Vuitton Moët Hennesy).
Coincidiendo con la
celebración de su 125 aniversario, en 2009, comenzó la organización de diversas
exposiciones retrospectivas que han llevado las creaciones de Bulgari por
ciudades como Roma, París, Pekín, Tokio o Shanghái, aunque es en Madrid donde
se muestra por primera vez la estrecha vinculación de sus diseños con el arte y
la arquitectura de Roma, una relación
que llevó también
a la firma
a financiar en 2014,
año de su 130 aniversario, la restauración de la emblemática escalinata
de la plaza de España, recientemente inaugurada.
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