Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado, 8 MADRID
Del 1 de Marzo al 19 de Junio de 2016
Si hace unas semanas el
Museo Thyssen-Bornemisza nos presentaba una muestra sobre los Realistas de Madrid,
ahora le toca el turno a dos de los máximos representantes americanos del
género en el siglo XX. Junto con el
Denver Art Museum, el Thyssen exhibe la primera retrospectiva en Europa sobre
Andrew Wyeth (1917-2009) y su hijo Jamie (1946).
“Wyeth: Andrew y Jamie en el
estudio”, permite además descubrir cómo, en ocasiones, el trabajo de ambos
discurría en paralelo, se complementaba o, incluso, servía para plantear
desafíos entre ellos. El generoso acceso a las colecciones privadas de Andrew y
Betsy Wyeth y de Jamie Wyeth ha permitido al comisario de la muestra, Timothy
J. Standring, conservador de pintura y escultura de la Gates Foundation del
Denver Art Museum, desarrollar un completo proyecto expositivo, con importantes
obras de ambos que recorren todos los periodos de sus carreras. Sin embargo los
visitantes no podrán ver la obra más conocida de Andrew Wyeth, “El mundo de
Cristina” (Christina's World), un paisaje de Wyeth en el que se ve una granja,
una colina y la torturada figura de una jovencita al pie de la misma. Cuando se
presentó la obra en 1948, ésta se convirtió en parte fundamental del
vocabulario visual de la posguerra de Estados Unidos, e hizo de Wyeth, de 32
años, una autnéntica estrella. El cuadro forma parte de la colección del MoMA,
quién rara vez consiente en que la obra salga de entre sus muros.
Andrew Wyeth - Lejanía, 1952
Andrew Wyeth - Durmiente nocturno, 1979
Andrew Wyeth - El Alemán, 1975
Existen muchas similitudes
entre la obra de ambos artistas, pero también marcadas diferencias. Ambos
autores trabajaron en el entorno de los lugares en que vivieron, su ciudad
natal Chadds Ford en Pensilvania y la casa de verano en Cushing, Maine, en un relativo aislamiento del mundo
artístico. Compartían un cierto gusto por lo teatral, el humor negro o la experimentación
técnica y también su marcada sensibilidad. Ambos fueron niños prodigio y se
educaron en casa, Jamie lo hizo bajo la tutela de su tía Carolyn Wyeth, también
pintora, quien a partir de los años cuarenta se dedicó a dar clases de pintura
en la casa familiar de Chadds Ford, y también en Maine durante los veranos. Allí,
el padre y el hijo además de aprender
las técnicas artísticas de los otros miembros de su familia dedicaron miles de horas a dominar el oficio y
a buscar, hasta encontrarlo, el universo que querían mostrar a los demás.
Andrew Wyeth - Christina Olson, 1947
Andrew Wyeth - El roble, 1944
También tienen en común la
utilización de técnicas y materiales de una forma muy heterodoxa. Tal vez como
reacción a su rigurosa formación académica, ninguno de ellos aplicó nunca a los
dibujos ni a las obras acabadas ningún tipo de jerarquía formal. Todo empezaba
cuando sentían una emoción profunda que, en palabras del comisario, se
resumiría en: “pinta lo que te inspire en cada momento, pinta lo que conoces y
amas”.
Andrew y Jamie se criaron en
casas llenas de libros y de creatividad. El padre de Andrew, al que se conocía
como N.C., adquirió notoriedad como ilustrador de clásicos del género de
aventuras como Robin Hood o La isla del tesoro. N.C. alimentó las inquietudes
artísticas de Andrew, y este transmitió a su vez ese espíritu a Jamie.
Andrew Wyeth - Hierba pisada, 1951
Andrew Wyeth - Mi joven amiga, 1970
Los dos artistas buscaban
inspiración en los objetos y personas que conocían bien. Sus modelos son en su
mayoría amigos, vecinos y familiares –además de pintarse el uno al otro-. En
los pocos retratos que hicieron por encargo, se empapaban del mundo de sus
modelos: compartían con ellos historias, estudiaban sus movimientos y su
entorno, observaban lo que hacían a diario. “Cuando decido pintar a alguien, no
es por su fisonomía sino por lo que transmite” -dice Jamie-, “tienes que
saberlo todo de tu modelo. Si no, te quedas en la piel”. Y lo mismo pensaba
Andrew: “Me involucro con las personas a las que retrato. Me hago amigo de
ellas. No las pinto y sanseacabó”.
Jamie Wyeth - Portrait of pig, 1970
Jamie Wyeth - Portrait of Shorty, 1963
Como pintor realista en un
momento en que el arte abstracto atraía las miradas del público y de los
críticos de arte, Andrew Wyeth, es considerado una de las figuras
imprescindibles del regionalismo estadounidense. Tanto él como su hijo Jamie
han retratado el paisaje rural y urbano del país. También las habitaciones,
incluso vacías atraen su atención, ya que ellas reflejan la personalidad de sus
moradores. Para Andrew las ventanas fueron una especie de fetiche desde que una
tarde de verano de 1947 al abrir una de las del ático de su casa “un viento del
oeste hinchó las polvorientas y desgastadas cortinas de encaje y los delicados
pájaros de ganchillo comenzaron a revolotear y volar.” Aquel momento fugaz fue
una especie de revelación para la mente del autor que le enseño a estar siempre
alerta ante lo inesperado.
Jamie Wyeth - A.W. trabajando en la
serie pis, 2007
Jamie Wyeth - Estudio de Orca #3, 1990
Jamie Wyeth - Pumkinhead Self Portrait, 1972
También los animales
domésticos forman parte de su universo creativo. Padre e hijo se identificaban
mucho con ellos cuando los pintaban en obras como Racoon (1958), El isleño
(1975) o Durmiente nocturno (1979), poniendo tanto esmero y concentración como
cuando trataban otros temas.
La exposición está planteada
como una conversación artística entre los dos pintores en torno a algunos de
los temas que han marcado su producción, y que sirven para organizar el
recorrido en los siguientes capítulos: Padre e hijo; Amigos y vecinos; Lugares
compartidos; Desnudos; Animales; Control y exuberancia y Extraños prodigios. En
total son casi setenta obras procedentes de instituciones públicas y
colecciones privadas, algunas de ellas nunca antes expuestas en público, que ofrecen
al visitante la oportunidad de conocer la obra de estos dos artistas, así como detalles
de su vida y de su capacidad creativa.
Timothy J. Standring, Jamie Wyeth, Guillermo Solana
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