Hijas del Nilo, la exposición que el Grupo EULEN presenta en el Palacio de las Alhajas de Madrid desde el 10 de junio hasta el 31 de diciembre de 2022 y que ha sido comisariada por Esther Pons, arqueóloga y conservadora-jefa del Departamento de Antigüedades egipcias y Oriente Próximo del Museo Arqueológico Nacional y Nacho Ares, historiador, divulgador, egiptólogo y locutor de radio, es un viaje a la cultura milenaria de los faraones, en la que hombres y mujeres convivieron con una armonía que no tuvo parangón en otras civilizaciones del pasado.
En un año en el que se suceden las efemérides para la egiptología -100 años del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón por Howard Carter, 200 años del desciframiento de la Piedra de Rosetta por J. F. Champollion y 50 años de la inauguración del Templo de Debod en Madrid-, el Grupo EULEN ha querido, a su vez, celebrar su 60º aniversario con esta ambiciosa exposición.
El objetivo de Hijas del Nilo es acercar al público español la cultura egipcia desde una óptica diferente: la de la condición y la posición de la mujer en la sociedad del antiguo Egipto. Es la primera exposición que se realiza exclusivamente en torno a esta temática y la de mayor envergadura, con sus casi 300 piezas de 12 países. Entre los prestadores hay 27 museos, fundaciones e instituciones públicas y privadas, tanto nacionales como internacionales, y cinco coleccionistas privados. La mayoría de las piezas “estrella” no han sido nunca mostradas en España y muchas de ellas es la primera vez que los museos las prestan, por lo que el público tendrá una oportunidad única de apreciarlas.
Un verso de un antiguo himno a la diosa Isis descubierto en la ciudad de Oxirrinco dice: “Hiciste el poder de la mujer igual al del hombre”. Si bien nadie puede negar que en la vida real los hombres estaban presentes en muchos puestos de la sociedad, las mujeres contaban con los mismos derechos y deberes ante las leyes humanas y divinas. Las mujeres podían tener propiedades privadas, estaban al frente de la casa y desempeñaron importantes funciones en la administración y en oficios de prestigio, como la medicina. También podían testificar en un juicio, heredar y desheredar, acusar a su marido ante un tribunal si había maltrato, e incluso divorciarse.
En el antiguo Egipto la mujer tuvo un papel relevante y gozó de una independencia, desconocida en otras culturas coetáneas o incluso posteriores. No obstante, y según las fuentes, es en las clases sociales más favorecidas donde más vemos dicha independencia y libertad. Hablamos, además, de un amplísimo periodo de tiempo, de más de 3.500 años, durante el cual la estructura social, económica y religiosa fue evolucionando; y de un vasto territorio, por lo que habría diferencias según la zona geográfica.
Lo que es innegable es que hombre y mujer eran iguales ante la ley. La mujer era la compañera del hombre, su complementaria. Un concepto muy alejado, por ejemplo, del existente en la sociedad griega, donde la mujer era considerada como un menor de edad.
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