Museo
Thyssen-Bornemisza
Paseo del
Prado, 8 MADRID
Del 20 de
Junio al 24 de Septiembre de 2017
Verones - El rapto de Europa
Del 20 de junio al 24 de septiembre de 2017, el Museo
Thyssen-Bornemisza presenta El Renacimiento
en Venecia. Triunfo
de la belleza
y destrucción de
la pintura, una
exposición dedicada al arte
veneciano del siglo
XVI, su primer
gran periodo de
esplendor, con casi
un centenar de obras de artistas como Tiziano, Tintoretto, Veronés,
Jacopo Bassano, Giorgione o Lotto. Desde el uso del claroscuro y el color como
fundamentos de la representación de la figura y del espacio, hasta una atención
a la naturaleza más directa que la que proponía la tradición clásica, de
concepción más idealista, la muestra pretende demostrar cómo los medios
específicos de la pintura veneciana plantearon una idea de belleza plenamente
renacentista al mismo nivel, y a veces incluso superior, a lo que se hacía en
Roma, Parma o Florencia.
Comisariada por Fernando Checa Cremades, catedrático de Historia del
Arte de la Universidad Complutense, la muestra aborda la presentación de este
foco artístico, esencial para la comprensión de la historia de la pintura,
desde una meditada selección de temas ejecutados por los maestros que le dieron
fama universal, en lugar de hacerlo desde el ámbito cronológico o
estilístico. Para ello
presenta un extraordinario conjunto
de pinturas, y
algunas esculturas, grabados y
libros, procedentes de colecciones privadas y museos como la Galleria
dell´Accademia de Venecia, el
Museo Nacional del
Prado de Madrid,
la Fondazione Accademia
Carrara de Bérgamo, el Palazzo
Pitti de Florencia, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Galeria degli Uffizi
de Florencia, la Biblioteca Nacional de España, el Musée du Louvre de París o
la National Gallery de Londres.
El Triunfo de la Belleza
Tras siglos de mirar a Oriente, incluso a China (ahí están los famosos
viajes de Marco Polo), la caída de Constantinopla a manos de los turcos en
1453, la derrota de la Serenissima Repubblica en Agnadello en 1509 contra las
fuerzas de Luis XII de Francia y el desplazamiento de las rutas
comerciales tras el
descubrimiento de América
en 1492, cambiaron
la geografía política, económica y comercial de Europa.
Venecia corría el peligro de quedar en una posición periférica.
Fue entonces, sin embargo, cuando empezó un despertar artístico,
especialmente en pintura y arquitectura, que colocó a la ciudad en el centro
del debate, primero italiano y, desde finales del XVI y sobre todo en el XVII,
en el contexto europeo. Venecia comenzó a crear su propia idea de belleza y se
convirtió en la principal alternativa a los paradigmas estéticos florentinos y
romanos encabezados por Rafael
Sanzio y Miguel
Angel Buonarrotti. Mientras
la corriente clásica
o toscano-romana se caracterizaba por una mayor consideración hacia lo
intelectual a través del dibujo (disegno),
concebido previamente en la mente (idea), los artistas de la escuela veneciana
eran superiores en el manejo del color y de los valores visuales y sensuales de
la pintura.
Sebastiano del Piombo
Palma - Ninfas
Tiziano - Bella
La Destrucción de la Pintura
Como sucedió en otras partes de Italia, el momento clasicista duró
poco. En las obras tardías de Tiziano, Tintoretto, Veronés y Bassano, se puede
apreciar cómo, en mayor o menor medida y siempre con soluciones muy diversas,
cada uno de estos artistas experimentó un viraje hacia un tipo de pincelada
“abierta”, suelta, a menudo calificada de pintura de manchas o borrones, que no
solo cuestionaba los valores del disegno
como una de las partes esenciales de la pintura, sino la propia idea de la
belleza renacentista basada en la idealización de la realidad.
No se trataba solo de un tema formal, esta técnica servía para dotar
de una mayor expresividad y vida a las figuras y los paisajes, a la naturaleza,
algo típico del Barroco. De ahí era fácil pasar a la exaltación de los
elementos dramáticos de la imagen, tan frecuentes en la pintura de las décadas
de los sesenta y setenta de Jacopo Bassano, Tintoretto y sobre todo Tiziano,
como el Cristo crucificado (h.1565), inmejorable ejemplo de las cualidades
dramáticas de la obra final del maestro.
Bellini
Tiziano - El Cristo
El rey Felipe II fue el mayor aficionado al arte de Tiziano de todo el
siglo XVI. Su colección fue la más importante, además, en lo que se refiere a
obras del último periodo del maestro, como demuestran las existentes en el
Museo del Prado y en el monasterio del Escorial. De las conservadas en este último
lugar, el dramático Cristo crucificado, menos conocido del público y
culminación de esta exposición, es una obra maestra de su etapa tardía y
paradigma de lo que llamamos “destrucción de la pintura”.
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